Supercomputación, la Fórmula 1 de la informática

Al igual que en el mundo del motor, la informática es un sector que necesita un banco de pruebas donde se lleven a cabo experiencias reales muy exigentes. La supercomputación es el tejido ideal para ello, dado que supone la ejecución de complejos programas de cálculo científico que requieren de altas prestaciones en informática. El sector de la supercomputación, también llamado cálculo científico o HPC (High Performance Computing), abarca los centros de proceso de datos tanto públicos como privados y que dan servicio a entidades investigadoras, universidades y proyectos de iniciativa privada. Es un segmento de mercado de pequeño valor porcentual respecto a toda la informática, pero de importancia capital para los fabricantes de hardware y software. De hecho, los avances en la supercomputación de hoy se convertirán en avances de la informática comercial del mañana.
Actualmente, los llamados superordenadores se emplean en casi todas las áreas de investigación científica, en meteorología, exploración de hidrocarburos, defensa e industria automovilística y aeroespacial. Pero poco a poco se extiende el ámbito a otras aplicaciones: recientemente las entidades dedicadas al mercado de capitales también emplean estas supermáquinas para analizar el comportamiento de productos financieros. Muchas empresas y organismos públicos se ven influenciados por este segmento de la tecnología informática. A raíz de avances informáticos se han llegado incluso a crear nuevos subsectores empresariales, como el de la biotecnología, que congrega empresas de todo el mundo en torno a la investigación en genética y proteómica, llevados a cabo por superordenadores o redes internacionales de cálculo bioinformático. Las tendencias tecnológicas de este sector se centran en la compartición de recursos informáticos. Debido a la alta inversión necesaria en infraestructuras, se intenta interconectar los CPD entre sí en las denominadas grid o redes de intercambio de servicios de computación. Además, se implantan ordenadores estándares, siempre más económicos y fáciles de mantener, en los llamados clusters o granjas de servidores, que corren con software abierto sobre sistema operativo Linux, ampliamente conocido por los profesionales del sector y con costes muy bajos.
Aunque los ordenadores actuales son rápidos y potentes, manejando fluidamente grandes volúmenes de datos a través de redes de comunicaciones de última generación, aún queda mucho por mejorar, puesto que los científicos abordan desafíos hasta ahora impensables, el llamado gran challenge application o aplicaciones software, para las cuales todavía no se ha construido el superordenador capaz de soportarlo. Ello obliga a la industria informática y de telecomunicaciones a una continua innovación, así como a grandes inversiones en nuevos materiales y dispositivos que al final beneficiarán a toda la comunidad de usuarios informáticos. España ha conquistado en los últimos años un papel más importante que en el pasado, dentro de los rankings de superordenadores en activo, teniendo ahora una infraestructura de cálculo que impulsa incluso proyectos de la empresa privada con recursos locales. Hoy en día es fundamental la inversión en I+D para no quedarnos a la cola del mundo civilizado; por ello, es fundamental disponer de buenos Fórmula 1 informáticos.


I. Cano es director de supercomputación en HP Iberia.

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