"La regulación en España ha tenido mucha influencia de las asociaciones de taxis y del lobby hotelero"

Este profesor de la Universidad de Nueva York y experto en 'sharing economy' cree que el Gobierno no ha sabido dar con la fórmula correcta y urge a hacerlo. La economía de las plataformas a llegado para quedarse.

Arun sundararajan

Arun Sundararajan es experto en economía de plataformas y sharing economy, profesor en la universidad de Nueva York y autor del libro The Sharing Economy: The End of Employment and the Rise of Crowd-Based Capitalism, editado por el MIT. Los últimos años de su carrera se ha dedicado a estudiar el incipiente segmento de las plataformas colaborativas y su posición en el sistema económico actual. Así que en nuestro encuentro con él durante su visita a España la primera pregunta es para centrar el foco: cuál es la definición de sharing economy.

“La palabra sharing economy es algo engañosa porque te hace pensar en gente compartiendo sin dinero de por medio, pero yo lo aplico al nivel de nuevos modelos de negocio que están conectando consumidores con proveedores a través de plataformas digitales”, arranca. “Habitualmente la plataforma tiene las reglas que las grandes compañías tenían en el pasado, pero la diferencia es que algunas de las reglas las hacen los proveedores por sí mismos”, matiza. Y esos proveedores son usuarios individuales.

¿Está la sharing economy dando poder a la clase media? “Creo que está dando poder a la clase media porque está democratizando el acceso a un nivel más alto de vida. ¿Quién podía llamar a un coche con chofer en el pasado? Esta misma clase media puede ahora participar en rondas de financiación de un proyecto”, explica.

El Gobierno español se ha equivocado

Para integrar este capitalismo basado en la multitud o crowd-based en el capitalismo moderno hay que adaptar el marco regulatorio. En el caso de España ya se han hecho algunos intentos que se han centrado en limitar la actividad de las empresas con propuestas de plataformas colaborativas (Uber, Cabify, Airbnb). Véanse los ejemplos de la prohibición de Airbnb en Palma de Mallorca o la limitación en número y transmisión de licencias VTC en el resto del territorio.

El experto cree justificado parte del deseo de regularlo. “Los modelos de Uber y Airbnb empezaron en España fuera de la regulación; no encajaban en el sector del taxi ni en el sector hotelero”, señala.  Eso sí, cree que el Gobierno español se ha equivocado en el diseño de un sistema que “divida la responsabilidad”. Efectivamente alguien tiene que poner las tarifas, velar por la seguridad de los usuarios y  ver cómo recaudar impuestos en estos nuevos modelos de actividad económica. Pero la influencia de las asociaciones de taxis y del lobby hotelero ha tenido demasiado peso. Y el resultado es negativo para la gente. “Hay demasiadas restricciones”, opina.

Claro que la no regulación también es perjudicial. Barcelona asiste impotente al aumento exponencial de pisos turísticos que no sólo está disparando los precios de los alquileres en el centro, sino que está desplazando a los naturales de la ciudad a la periferia. Preguntado por este asunto Sundararajan admite no conocer el caso concreto de la Ciudad Condal, aunque invita a conocer las causas que han provocado tal situación. “En el caso de Nueva York y San Francisco tienen que ver con el crecimiento de la población y las restricciones en los alquileres. En muchos casos la subida de precios se ha producido por la llegada de inversores extranjeros ricos que han comprado propiedades que luego han disparado precios”, explica.

Es fácil señalar a Airbnb como el origen del problema, pero antes de eso hay que entender las razones. Porque si Aribnb no es el responsable y lo prohíbo, al final no voy a ayudar a nadie; sólo voy a perjudicar a la gente que está tratando de pagar su apartamento sacándose un extra”, apunta. Considera que crear una regulación sin pensar en los factores de origen no tendrá ningún impacto en la sociedad.

Menos trabajos a tiempo completo

La revolución que traerán consigo las plataformas digitales ya se está fraguando y llegará a todos los recodos de la sociedad y de su actividad económica. “El número de gente que tiene trabajos a tiempo completo decrecerá”, vaticina, una caída que compensará el número de personas que trabaja de forma independiente en plataformas.  

Pensemos en un abogado. Algunos abogados tienen despachos propios, otros trabajan para una firma mayor. Para entender lo que aporta un capitalismo basado en la multitud al sector de la abogacía, hay que pensar en una plataforma digital con proveedores que ofrezcan servicios legales. La plataforma tiene un alcance mayor y ofrece además una gran flexibilidad al profesional; es él quien fija las tarifas y la forma de ofrecer servicios. Puede optar por una fórmula de asociación con más gente dependiendo de áreas de especialización.

El experto ve extrapolable este modelo a sectores como la sanidad, los servicios profesionales o la consultoría en un plazo de 5 a 10 años.

Revolución en marcha

Las compañías grandes ya son conscientes de esta revolución. General Motor es propietario del 20% de Lyft, competidor de Uber en EEUU; BMW tiene DriveNow, empresa de carsharing, al igual que Daimler AG tiene car2go.

Todas las compañías grandes deben pensar en cómo crear una estrategia de plataforma. “En algún momento el modelo de plataforma llegará a sus industrias, y si ellos no lo hacen alguien lo hará por ellos”, sentencia.

Foto: YouTube



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