Digitalización, un término ubicuo en la empresa

La transformación digital es una prioridad absoluta para las empresas. Y para sus directivos. Todas saben que o acometen cambios en los que estén presentes las nuevas tecnologías o dejarán de tener continuidad en el mercado. Es decir, y dejando los eufemismos a un lado, morirán. Y las que no se presten a dar un giro de 180 grados a la mentalidad corporativa también perecerán en el intento. Nos hemos instalado en la economía del dato. Y para explotar la ingente cantidad de información que emanan los consumidores de los millones de dispositivos conectados a la Red se requiere, además de una inversión monetaria importante, una revolución cultural. Porque dicha digitalización afecta a todo y a todos. Incluso, se está llevando por delante a miles de perfiles de trabajo, introduciendo otros y reinventando unos cuantos más. Los roles cambian, desde las capas directivas hasta los empleados más rasos, y esta revolución exige algo más que simples dirigentes.

En estos mismos instantes, parece que la alta dirección ha recogido el guante. De hecho, y según un estudio de Manpower Group, el 90% de las firmas en España espera ver, en el plazo de dos años, el fruto de su renovación. Pero hubo momentos en que no fue así. Y en los que el CEO, más que incentivar, entorpecía la implementación de los elementos informáticos. Cuenta Pedro Riera, socio de Amrop Seeliger y Conde, que en los tiempos de los primeros ordenadores, los IBM 360, ya había voces que reclamaban que el CIO (“se le llamaba jefe de equipo o como mucho director de informática”) debía reportar directamente al consejero delegado por la importancia que tenía el impacto de la tecnología en el negocio. 

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