Redes Sociales

Redes sociales y democracia: la Unión Europea sirve el debate

Llenas de informaciones falsas, mensajes de odio y algoritmos que segmentan el contenido, plataformas como Facebook y Twitter han abierto el debate en la Unión Europea. Cómo hacer un buen uso de ellas sin menoscabar las libertades es el objeto.

redes sociales en movil

Facebook y Twitter. 1.871 y 332 millones de usuarios en todo el mundo respectivamente. Hablamos de las dos redes sociales más influyentes desde su desembarco, hace una década, a los dispositivos de los ciudadanos de todo el globo. Que la tecnología, auspiciada por estos dos gigantes de la comunicación 2.0, ha cambiado la forma de comunicarnos es un hecho tangible. Hasta hace poco, había ido moldeando el estilo de vida del ciudadano con su consentimiento tácito, quien sabe si deslumbrado por las capacidades y bondades de este nuevo paradigma. En los últimos tiempos, sin embargo, el debate ha estallado; ¿están las redes sociales mermando los principios democráticos que nos rigen? Dos sucesos evidencian el trasfondo del asunto. En primer lugar, el incipiente discurso del odio por parte de los llamados ‘trolls’ de la web, entre los que se encuentran, incluso, las organizaciones terroristas que amenazan al planeta. Por otra parte, la desinformación constante, ya sea por el sesgo que los algoritmos inteligentes introducen a los usuarios o por la difusión de noticias falsas, capaces, como fueron, de influenciar a cientos de miles de votantes de las elecciones a la presidencia de los Estados Unidos de 2016.

“Estos cambios han sido tan rápidos que no estoy segura de que nuestra democracia se haya puesto al día”, declaraba Margrethe Vestager, comisaria de competencia de la Unión Europea, en su discurso del pasado 7 de junio cuando presentó la alianza ‘ALL For Democracy’, un movimiento europeo de coordinación para sustentar la democracia en esta nueva era. “Con estas palabras no digo que redes sociales como Facebook o Twitter sean malas. Por el contrario, pueden ayudar a involucrar a las personas a acudir a votar, a construir movimientos sociales o a mantener conversaciones con nuestros políticos”.  Los datos son elocuentes: un estudio elaborado por Pew Research Center, basado en el análisis de 376 millones de interacciones de usuarios de Facebook con más de 900 medios de noticias, asegura que las personas tienden a buscar información que se alinee con sus puntos de vista. Cabe destacar que la compañía dirigida por Mark Zuckerberg actualiza más de 50 millones de estados al día. El informe habla, además de las elecciones mencionadas en EE. UU, de la posible influencia que pudieron tener las redes sociales en la votación del Brexit en 2016. Es más, al día siguiente de que Reino Unido dijese sí a su salida de la Unión Europea, lo más preguntado en Google por los internautas del país anglosajón fue sobre las consecuencias que tenía esta decisión. ¿Cómo paliar la desinformación si un código matemático induce a los usuarios a recibir solo las noticias que se acomodan a sus ideales? Se trata de un tema complejo. Más si tenemos en cuenta que en Estados Unidos casi dos tercios de la población adulta acuden solo a las redes sociales para informarse, y en Europa, más de un quinto asegura que es su principal fuente de noticias. “Habría que tratar de llegar a acuerdos sin mermar la capacidad de decisión del usuario”, explica Teodoro García, diputado del Partido Popular y experto en nuevas tecnologías.

El estudio va un poco más allá y afirma, además, que muchos ciudadanos son vulnerables a la aceptación de la desinformación. Y pone como ejemplo el caso de una serie de publicaciones falsas que el pasado mes de junio  daban por muerto al fundador de Ethereum, Vitalik Buterin, en un accidente de coche. Tras la difusión del bulo, el valor de mercado de la empresa cayó en 4.000 millones de dólares.

 

Facebook y Twitter, en una batalla a contrarreloj

Los directivos de estas redes sociales no han demorado su respuesta. Mark Zuckerberg, CEO de Facebook, está preocupado por el daño que puede estar ocasionando este debate al prestigio de su plataforma. Su deseo de que todos y cada uno de los habitantes del planeta se conviertan en usuarios activos de Facebook se ha visto interrumpido por dicha coyuntura. La acusación es clara: la red social habría publicado noticias falsas, en muchos casos procedentes de Rusia, con el fin de llevar a Donald Trump a la Casa Blanca. “Nuestro espíritu es dar voz a todas las personas y crear un ágora en el que convivan todas las ideas”, señalaba el propio Zuckerberg en un post reciente en la red social. El directivo cree que el rol que tuvo Facebook en la red social durante las pasadas elecciones fue diferente. “En primer lugar, hubo miles de millones de conversaciones sobre asuntos que quizá nunca hubieran estado fuera de las redes; y ambos candidatos –Hillary Clinton y Donald Trump– tenían un perfil con el que interactuar con los potenciales votantes. Los equipos de campaña invirtieron cientos de millones de dólares en publicidad en la Red, 1.000 veces más que cualquier publicación falsa que hayamos encontrado”. No obstante, el gurú tecnológico sabe que tiene un problema y ha decidido pasar a la acción. Para acabar con las noticias falsas ha establecido un plan que pasa por acabar con los incentivos económicos. Muchas de estas publicaciones están motivadas financieramente y generan dinero haciéndose pasar por editores reales que publican mentiras que hacen que la gente visite sus páginas, que en la mayoría de los casos se componen únicamente de anuncios. Asimismo, ha fundado Facebook Journalism Project, un proyecto en el que la empresa se compromete a colaborar con organizaciones periodísticas para desarrollar herramientas conjuntas que ayuden a las personas a tomar buenas decisiones en torno a los artículos que deciden leer.

Por otra parte, la lucha del pajarito azul, y aunque Facebook está también sumida en ella, pasa por apagar la voz de aquellos que amenazan, insultan o persiguen al sistema. Las recetas tanto de Jack Dorsey, CEO de Twitter, como de Zuckerberg pasan por utilizar tecnologías como la inteligencia artificial unida al conocimiento humano y la alineación con otros grandes jugadores del sector. La estadística afirma que en más del 28% de los casos las plataformas en línea tardan más de una semana en eliminar contenidos ilegales. Para evitar esto, el Gobierno alemán ha anunciado que impondrá multas por valor de 50 millones de euros a quien no elimine estos posts en menos de 24 horas.

La Comisión Europea, amén del movimiento ALL For Democracy, tiene claro la hoja de ruta a seguir. “Necesitamos contar con el compromiso tanto a escala local como nacional y europea de todos los estamentos que forman una democracia”, aseguró Vestager. “Un compromiso de todos los políticos y votantes. Debemos luchar juntos por lo que creemos sin comprometer la verdad”. Los siguientes meses se antojan duros para la UE, que debe responder a la afrenta con regulación. En cualquier caso, en palabras de García, “no debemos caer en el error de la hiperregulación. Simplemente tenemos que traspasar los derechos y libertades y las leyes punitivas de la vida real a la web”.



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