Combate/s por la/s historia/s

El fallido decreto sobre las humanidades del año 97 y el muy reciente informe de la Real Academia de la Historia —junio de 2000— ha vuelto a poner de rabiosa actualidad la historia y su materia.
Un asunto que no debió salir nunca de los ámbitos académicos, ha caído en el terreno de la política visceral originando más ruido mediático que reflexiones objetivas.

El resultado puede ser, a corto y medio plazo, el desencanto de los maestros y la acentuación de la abulia de los alumnos que no reciben directrices claras y cuyo interés se aleja así de la materia. La red de redes se ha hecho eco de este debate que dará mucho de sí durante el curso que acaba de empezar.
Poca gente ha leído el informe sobre los Textos y cursos de Historia en los centros de enseñanza media, hecho público por la Real Academia de la Historia. Los interesados en el texto pueden encontrarlo (no es el único sitio) en www.filosofia.org/his /h2000ah.htm. Casi todos los periódicos del país proporcionaron a los lectores un resumen, en el que se destacaban los párrafos más controvertidos, aquellos que hacían referencia a la enseñanza de la historia en las Comunidades Autónomas. Muchos profesores de historia pueden conocer, gracias a Internet, el dictamen de un organismo que a fuerza de discreto en el pasado, ha dado a luz un escrito circunstancial y que, si peca de algo, es de no venir avalado por datos más concretos y contrastados. Allí nace la polémica, no siempre bien intencionada.
Como prueba de politización, basta leer en el web de Presidencia del Gobierno (www.la-moncloa.es/boletin/panadero /b3006000.
htm) las palabras de José María Aznar, quien desde Hong Kong opinó que era una “estupidez” convertir el informe en un debate político, haciendo bueno el refrán que dice que por la boca muere el pez. El presidente de la Academia, Gonzalo Anes, salió a la palestra sorprendido por la repercusión del documento: “lo último que la Academia hubiera deseado es herir los sentimientos de nadie”. Anes explicó que las críticas del informe sobre la enseñanza de la Historia en el País Vasco “no se refieren a las ikastolas, sino a las ideas nacionalistas. Las respuestas de los nacionalistas no se hicieron esperar, y, así, al unir sentimientos, ideología y nacionalismo quedó claro que más que discutir sobre la enseñanza de la historia, se estaba contribuyendo a hacerla de la peor manera posible.
Aunque todos los periódicos publicaron columnas de opinión sobre el asunto puede servir como muestra la de Julio Valdeón, catedrático de Historia Medieval de la Universidad de Valladolid, que en El Mundo (www.el-mundo.es/2000/07/04/sociedad/4N0122.html) abunda en la idea de que los políticos se han apoderado de la historia. “De nuevo, el asunto se desliza por la vertiente de la discusión política, tachándose al informe de la Academia de constituir un elemento al servicio del partido en el Gobierno, o de ser un ataque contra el nacionalismo. Lo cual desvirtúa el problema, que ante todo debe de ser discutido en los ámbitos académicos y no en los políticos. Ese desmesurado interés que demuestran ciertos grupos nacionalistas por la enseñanza de la Historia me recuerda a Franco, el cual, no contento con la Historia que entonces se enseñaba en el Bachillerato (al servicio del nacionalismo españolista), estableció una asignatura denominada Formación del Espíritu Nacional, que impartían funcionarios del partido único”.
Un buen resumen de la situación y de la supuesta objetividad de los historiadores que más aparecen en los papeles, se encuentra en una página web de la Universidad del País Vasco que, aunque titulada Los Historiadores se desmarcan de la política, parece más bien todo lo contrario (www.ehu.es/gabinete/bilduma/2000/julio/03jul/pais32.htm). Los autores re-claman un debate más profundo en el que se les dé voz para plantear una posible reforma y actualización de estas enseñanzas. Las preguntas fueron: ¿Está de acuerdo con las conclusiones de la Academia de la Historia? ¿Cuál es el problema más relevante de la enseñanza de la historia? ¿Qué aspectos habría que cambiar de la enseñanza de la historia y cómo? ¿Se debería reformar los contenidos mínimos de la enseñanza de la historia? ¿Cómo? Responden el ya citado Valdeón, y otros como Albert Balcells, presidente de la sección de Historia del Institut d´ Estudis Catalans, Manuel Montero, Rector de la Universidad del País Vasco y Catedrático de Historia Contemporánea, Santos Juliá, Catedrático de Historia del Pensamiento de la UNED, Ramón Villares Catedrático de la Universidad de Santiago y Presidente de la Asociación de Historia Contemporánea y Javier Tusell, Catedrático de Historia Contemporánea de la UNED. Un abanico de respuestas más bien escuetas pero suficientes para situar los términos de la discusión. A pesar de la pretensión neutral del título, las opiniones no eluden tomar partido.
En este panorama, el catedrático de la Universidad de Barcelona, Joaquín Prats (clio.rediris.es/articulos/humanidades.htm) ha es-crito una ponencia en la que analiza en profundidad el rifirrafe que se inició en 1997 y 1998 a propósito del Decreto sobre las Humanidades elaborado por la entonces ministra Esperanza Aguirre. Ya entonces, un asunto esencialmente técnico se convirtió en un agrio debate que l

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