La casa por los cimientos: Carreño digital

En 1999 el concejo de Carreño, en la zona central de Asturias, iniciaba una aventura que hoy comienza a convertirse en una auténtica referencia para cuantos tienen interés en desarrollar la Sociedad de la Información y se ven impotentes, bien porque el concepto se les antoja demasiado evanescente o porque creen que es algo inalcanzable para sus capacidades. Es una gran paradoja que Info XXI, el Plan que habría de sacar a todo un Estado del ostracismo, sea un fracaso y en cambio un municipio que apenas sobrepasa los 10.000 habitantes sea ya un ejemplo a seguir.

Esta no es una historia sobre tecnología, pero la hace posible la tecnología. Es un relato en el que lo tecnológico ocupa exactamente el lugar que le corresponde: un espacio discreto en el que su presencia se diluye finalmente en las motivaciones particulares de quienes se olvidan de las máquinas para preocuparse de lo que hacen. Es una crónica que habla de la gente, de la que sin darse cuenta acaba siendo muy distinta de lo que era y de la que un día dio con la clave y comprendió que, a veces, los procesos de transformación son simples (o parecen simples cuando están en marcha) a poco que se piense a escala humana y no se ponga el carro delante del caballo. Titularemos esta hermosa historia Carreño Digital para hacer justicia, pero podría titularse de muchas otras maneras. Por ejemplo, Viaje Redondo, el relato de la madre y su hijo “estudiante, poeta y soñador”, camino de la iglesia de Logrezana, en donde la existencia misma se expresa en el pórtico que era a la vez “escuela de niños y antesala del cementerio”. Eso es lo que escribió Leopoldo Alas, Clarín, cuyo espíritu mantiene casa en estas tierras. Puede que los impulsores de Carreño Digital, María Jesús Aguilar, concejal, y Ángel Riego, alcalde, le hayan dado vueltas a esta idea alguna vez. O puede que no, porque las ideas pululan por ahí, sin dueño y a veces toman formas diversas a partir de la misma chispa original.
De manera que la breve historia de Carreño Digital podría escribirse de muchas formas; hasta podría hacerse sin mencionar ni una sola vez la palabra ordenador o las siglas RDSI. La que sigue es una de entre las posibles. Si, más allá de los detalles, de lo tangible, de las cosas concretas, captan el aliento que la anima, habrán entendido bien de qué se trata.
Un profesor de Ciencia Política de la Universidad de Bolonia, Gianfranco Pasquino, asegura que la democracia digital será posible siempre que abandone el plano estricto de lo decisorio (el voto por Internet) y consiga integrar en su gran potencial lo que algunos han llamado democracia vertical ascendente, esto es y simplificando: la representatividad tal como hoy la entendemos y la practicamos, y la que Habermas llama democracia horizontal, es decir, la que alude a las organizaciones de la sociedad civil. Si es así, estaríamos ante lo que la gente quizás desea: la imbricación entre lo decisorio y lo verdaderamente participativo a través de una auténtica interacción.
Pensaran tal vez ¿y qué tiene que ver todo eso con lo que nos ocupa? Decídalo usted lector cuando conozca lo que mi torpeza pueda ser capaz de explicar.

Aldeas digitales
“En su momento dijimos: ¿aldeas? Si, pero digitales”. Con esta sencilla frase (un buen eslogan, por otra parte) María Jesús Aguilar alude a un problema sobre el que ya hay literatura no precisamente hecha por tecnólogos: el de la estandarización en muchos órdenes que, a menudo, acompaña a la aplicación de las Tecnologías de la Información. Aldeas, en efecto, porque esa configuración territorial y social es una característica de esta zona asturiana, es un elemento identitario que —creen los impulsores de Carreño Digital— es necesario conservar. ¿Esa imagen al tiempo bucólica y dura de la aldea es incompatible con lo digital? Veremos que todo lo contrario.
El escenario es el municipio de Carreño, con capital en Candás y once parroquias en su término. 64 kilómetros cuadrados de territorio, de los que tan sólo dos son zona urbana (la propia capital) y el resto está constituido por un caserío rural muy disperso que ha venido perdiendo población despacio pero inexorablemente.
El actual Equipo de Gobierno (detalle importante: en minoría) llega al Ayuntamiento en 1999. Observa la realidad del municipio y decide realizar un Plan de Desarrollo Local. Y para eso se hace las preguntas habituales: ¿en dónde encajar las áreas industriales futuras? ¿cómo gestionar las actuales? ¿qué hay de las redes de saneamiento? ¿cómo canalizar el potencial de un área —lo rural vende hoy— deprimida y desatendida en gran medida debido a la distancia física que impide la relación y el intercambio social, económico, cultural, etc? Buscan el nexo. Y lo encuentran en dos ejes: el medio ambiente en sentido muy amplio y la Sociedad de la Información: “¿Por qué Sociedad de la Información?: por que buscamos la cohesión territorial”, explica María Jesús Aguilar. Son, así, la gestión del medio físico y cuanto subyace en el binomio sociedad-información, lo que proporcionan las pistas para una estrategia global que deberá tener en cuenta lo que Carreño es y, a partir de ahí y no de unas políticas que pretendan forzar las voluntades, lo que haya de ser.
Es, sin duda, el hallazgo más importante de Carreño Digital; lo que hace que la experiencia sea exportable y aplicable en situaciones diversas. No se trata de un plan de

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