Las apuestas online como forma de comercio electrónico

Las apuestas online constituyen una modalidad del comercio electrónico. Este es, para empezar, el punto de vista de los empresarios que operan sitios web con fisonomía y prestaciones propias de casinos, loterías, mesas de póker y apuestas deportivas, un negocio que el año pasado obtuvo ingresos estimados en 4.546 millones de dólares [www.rivercitygroup.com], con una progresión del 45% sobre las cifras de 2001 y expectativas de superar los 6.000 millones en 2003. Esto en cuanto a los ingresos, porque sobre la cifra apostada es una pura hipòtesis.

Las fronteras entre el mundo real y el virtual son opacas en este mundillo donde impera la discreción como primera regla. Las fuentes, si acaso admiten responder, piden no ser citadas, o se niegan llanamente a escuchar las preguntas de la periodista. La respetabilidad es un bien apreciado en este negocio –dicen todos– y cerrar la boca es el mejor modo de preservarla. Durante años han proliferado sitios de apuestas exclusivamente basados en la Web, cuya filiación no estaba del todo clara. Ha llegado el momento de que las empresas que explotan casinos y agencias legales de apuestas deportivas en el mundo real se lancen al asalto del negocio en línea. También las loterías, sean estatales o privadas con licencia, empiezan a considerar Internet como un nuevo canal de venta.
Los españoles gastan –gastamos– en 2002 más de 26.000 millones de euros en juegos de azar, lo que hace una media de 623 euros por habitante. Se sabe que un 40% de esa cifra es la recaudación de las máquinas tragaperras, y que cierra la lista el cupón de la ONCE [www.once.es], con el 10% del total, unos 2.500 millones de euros. El resto se reparte entre loterías, bingos y quinielas. Hasta ahí llegan las cifras: nadie dirá, y resulta embarazoso preguntar, cuál es la magnitud de las apuestas online que se hacen desde España. Desde [y no en] España, porque los usuarios españoles que quieran apostar por Internet han de hacerlo invariablemente a través de sitios radicados en el extranjero.
Las cosas podrían cambiar. Una fuente discreta pero explícita ha contado a iWorld que Terra, antes de regresar al regazo bursátil de Telefónica, negociaba una alianza con el grupo catalán Cirsa [www.cirsa.com], que es una de las dos potencias españolas en el mercado mundial de las tragaperras, para desarrollar en común el negocio de las apuestas en línea en los portales que la primera gestiona en España y América Latina. Sobre el papel, el acuerdo se diría perfecto: Terra opera en 17 países y Cirsa está presente en unos 40 mercados, lo que haría una buena pareja para caminar juntos en ese negocio. Pero, para llegar a buen fin, tendrán que esperar que maduren al menos dos condiciones: que el marco legal evolucione y que la alta dirección de Telefónica retire sus reticencias ante el proyecto.
Como aperitivo, desde diciembre pasado Terra incorpora en su portal español un canal de servicios [www.terra.es/sorteos], desde el que se puede adquirir boletos de la Lotería Nacional, Primitiva, BonoLoto y El Gordo. Explotado en común con la empresa LotoJuegos [www.lotojuegos.com], no es sino un simple servicio de compraventa al que adhiere un número, todavía reducido, de administraciones de lotería. Más lejos no se puede llegar, en el actual marco legal. CIRSA, por su parte, además de explotar cientos de miles de máquinas tragaperras y docenas de salas de bingo en toda España, acumula experiencia en aplicaciones de control remoto de juegos en línea sincronizados, y vende su tecnología a operadores de otros países.
No es España, sin duda, un país clave en el desarrollo de las apuestas online. Ese papel está reservado a Estados Unidos y, en segundo lugar, al Reino Unido. Se calcula que los estadounidenses se juegan unos 2.000 millones de dólares apostando en sitios web. Ilegalmente, porque una antigua ley prohibe el uso de las líneas telefónicas –por extensión se entiende que también de Internet– para apostar sobre carreras de caballos o galgos, así como en todo tipo de competencia deportiva. La Wire Wager Act no dice nada sobre los casinos, pero éstos quedan regulados por un severo régimen de licencias que impide erigir en Internet réplicas de Las Vegas o Atlantic City.

Un vicio rentable
A despecho de la ley vigente, los estadounidenses son los primeros apostadores en línea del mundo, lo que ha favorecido que las dos docenas de sitios web especializados de 1995 se multiplicaran hasta más de 1.400. Ha habido en los últimos años varios intentos de penalizar las apuestas online, casi siempre con argumentos morales. “El juego por Internet es algo diabólico”, sentencia el senador Richard Shelby, presidente del comité bancario de la cámara alta [shelby.senate.gov]. Shelby, que procede de Alabama, donde no hay casinos, propone directamente prohibir las apuestas por Internet, alarmado en el fondo de su alma por los efectos que pudieran tener sobre los jóvenes a quienes resulta tan fácil obtener una tarjeta de crédito y endeudarse para jugar.
Otros legisladores, que no por casualidad representan a estados donde los casinos son legales, cuestionan la propuesta de Shelby. Sostienen, en cambio, que el único modo de moralizar el juego online es legalizarlo y someterlo a un régimen de licencias estrictas. La legalización, como se puede suponer, abriría las puertas de Internet a los operadores de casinos registrados en territorio norteamericano. Y desplazaría, en primer lugar, a otras empresas –presumiblemente también de c

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