¿Qué fue del teletrabajo?

Yo no sé cómo lo llevarán ustedes, pero yo estoy hasta la coronilla. En invierno aún puedo soportar vivir en la gran ciudad, y en primavera y otoño hasta me resulta estimulante, pero en verano, cuando este calor infernal llega a Madrid, siempre pienso en huir como alma que lleva el diablo.
Seguro que muchos de ustedes tienen también una buena razón para cambiar de lugar de residencia con urgencia suicida. Algunos sitios serán demasiado fríos, otros serán muy aburridos y otros estarán llenos de turistas, pero siempre hay alguna buena razón para cambiar de lugar. Somos así, qué le vamos a hacer.
El problema es que cuando nos entran esas ansias de correr, de salir por piernas, nos encontramos con la triste realidad: nuestro trabajo no lo permite. Es entonces cuando nos acordamos del teletrabajo, y pensamos en lo bien que estaríamos tumbados bajo una palmera con nuestro portátil y con una conexión Wi-Fi por aquello de la comodidad.
¿Recuerdan? Eso fue lo que nos vendieron, entre otras muchas cosas, cuando Internet apareció en nuestras vidas: esta herramienta nos va a solucionar el problema del teletrabajo. Vamos a poder trabajar desde donde queramos, desde casa o desde un parque, y así se solucionarán también los problemas de tráfico, y los de aparcamiento, y las empresas ahorrarán un montón de dinero en alquileres y... ¿en qué ha quedado todo esto?
No sé si ha sido por dejadez, por estupidez o porque la crisis nos obligó a centrarnos en sobrevivir, pero el caso es que nos hemos olvidado del teletrabajo y de las opciones que Internet nos iba a dar para generalizarlo. Hace seis años se suponía que nos iba a cambiar la vida y, no sé muy bien cómo, pero nos olvidamos de ello: apenas se dice nada en los medios, no se hacen estudios y no parece haber grandes proyectos al respecto. Pluf, se volatilizó.
Las empresas que ofrecen esa opción hoy en día a sus empleados son las menos, prácticamente no existen más que en contados sectores y de forma parcial. Sí es verdad que Internet ha facilitado la vida a colaboradores y freelance de todo tipo y pelaje, especialmente en medios de comunicación, pero los casos de trabajadores que han dejado la oficina para realizar sus labores desde casa son realmente excepcionales y considerados aún como “experimentales”.
Quizá haya muchos casos (que desconozco) de éxitos en materia de teletrabajo, y quizá se haya avanzado mucho sin hacer mucho ruido, pero desde luego no se puede decir que eso se haya materializado en modo alguno en un crecimiento espectacular de los teletrabajadores. Al menos no en España.
Y, caray, no lo puedo evitar, pero a mí esto me resulta raro. Todos los mimbres están ahí para que eso ocurriera, pero no ha ocurrido. Y no será porque no se pueda.
Se ha mejorado en las conexiones, como las de ADSL, que nos ofrecen acceso permanente a la Red sin necesidad de cortar el teléfono, y además con rapidez y precios razonables. El hardware también acompaña ofreciendo portátiles livianos y con grandes pantallas que se pueden llevar de la oficina a casa sin problema alguno, y con tanta potencia como cualquier ordenador de sobremesa. Además hay WebCams, ratones de viaje, impresoras y escáneres a precios de risa, con lo que tampoco supondría un problema económico equipar por completo al teletrabajador con la última tecnología disponible.
Hoy día contamos con herramientas de comunicación que permiten realizar trabajos complejos en modo distribuido sin problemas: intranets, messengers, correo electrónico, chats o videoconferencia no son ya cosas excepcionales. La mayoría de las grandes empresas hacen un uso intensivo de estas herramientas y, desde luego, no hay un problema de formación porque los internautas las utilizan también en su vida privada en la Red.
Las empresas en su momento temían no poder controlar al teletrabajador, pero ahora hay programas de monitorización que controlan a la perfección el trabajo realizado. Y está la opción de trabajar por objetivos.
Y si hay conectividad, hardware, herramientas, formación, conocimientos y métodos de control, ¿a qué esperan las empresas para poner en marcha planes que permitan el teletrabajo? ¿Y el Gobierno? A ver si va a ser que con tanto calor no pueden pensar...

Por Miguel A. Díez Ferreira [ferreira@planetamedia.com]

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