Tecnología inalámbrica

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Según un estudio de Goldman Sachs/Gartner sobre los gastos en tecnología de la información realizado durante el año 2002, la prioridad que se da a la inversión en redes inalámbricas ocupa el cuarto puesto, detrás de la seguridad, la recuperación de desastres y el almacenamiento de datos, y por delante de la inversión en servidores, acceso remoto, gestión e infraestructura de red entre otros. El principal beneficio que proporcionan las redes inalámbricas, manifestado por los ejecutivos de numerosas empresas encuestados a primeros del presente año, es el aumento de la productividad de los empleados, tanto en la oficina como durante sus desplazamientos. La accesibilidad a múltiples dispositivos, la eficacia en la conectividad para empleados que están de visita y la rapidez en la implantación de la red local son las ventajas que siguen, muy de cerca, al aumento de la productividad. Si bien la penetración en el mercado de las soluciones LAN inalámbricas empezó por las grandes corporaciones, cada vez es mayor, y seguirá creciendo según la proyección realizada por Gartner, el porcentaje de pymes que implantan soluciones Wireless. Los estándares actuales Hoy en día se pueden adquirir productos inalámbricos, tanto puntos de acceso tomo tarjetas de cliente, compatibles con tres versiones de estándar: 802.11a, 802.11b y 802.11g. El estándar 802.11b deriva directamente del original y ya abandonado 802.11 y es el de la mayoría de las redes instaladas actualmente en nuestro país. El ancho de banda bruto (que no ancho de banda eficaz) llega hasta 11Mbps y la frecuencia de trabajo está en la banda abierta y de uso libre de 2,4GHz. Los candidatos a suceder a 802.11b son dos estándares con el mismo ancho de banda (54Mbps) pero con características que les diferencian claramente. Estándar Ancho de banda Frecuencia 802.11 2 Mbps 2,4 GHz 802.11b 11 Mbps 2,4 GHz 802.11a 54 Mbps 5 GHz 802.11g 54 Mbps 2,4 GHz 802.11g Utiliza la misma frecuencia que 802.11b, esto representa una ventaja en tanto que supone compatibilidad con la base instalada: un punto de acceso 802.11g soportará clientes 802.11b de forma que podemos actualizar nuestra infraestructura sin necesidad de actualizar a todos los dispositivos cliente simultáneamente. La actualización de la red a mayor ancho de banda aparenta ser fácil, progresiva y sin sobresaltos. Pero esta ventaja es a su vez el principal inconveniente: la banda de 2,4GHz es de uso libre y, por tanto, hay una cierta probabilidad de encontrar otros dispositivos en la misma frecuencia que interfieran con nuestra red y afecten a su rendimiento. En la ciudad de Londres, por ejemplo, apenas se pueden instalar nuevos dispositivos 802.11b porque todos los canales están ocupados y cualquier nueva instalación interferirá y será interferida por las ya existentes. El problema es que sólo se pueden utilizar tres canales distintos en la banda de 2,4GHz sin que se solapen entre ellos. Si nuestra oficina requiere 4 puntos de acceso para una cobertura total tendremos que escoger 4 canales que tengan un cierto solapamiento entre ellos y puede haber zonas en las que la cobertura por más de un punto de acceso genere algunas interferencias y, con ellas, reducciones más o menos significativas del rendimiento de la red. 802.11a La alternativa a 802.11g pasa por una frecuencia distinta: la banda de 5GHz propia de 802.11a. Esta banda dispone de muchos más canales sin solapamiento y, además, actualmente no la utilizan tantos y tan variados dispositivos como la banda de 2,4GHz. Pero… (tenía que haber algún pero, por supuesto) el uso de esta banda está limitado en muchos países, entre ellos el nuestro. El BOE 175 del 23 de Julio de 2003 admite la utilización de la banda 5470-5725MHz para redes de área local, de forma que se pueden utilizar equipos 802.11a en España, pero con un número restringido de canales, con técnicas de control de potencia y con selección dinámica de frecuencia para cumplir la legislación vigente. A cambio de operar en una banda menos ocupada, el inconveniente que caracteriza a la frecuencia de 5GHz es que su cobertura y su capacidad de penetración son menores que las de 2,4GHz. Con la misma potencia de emisión, un equipo 802.11g llegará más lejos y penetrará mejor en despachos y salas, atravesando paredes y mobiliario, que un 802.11a. 802.11a/b/g A primera vista parece que tenemos un problema serio con la elección del estándar de red: nuestra decisión afectará a la compatibilidad, la velocidad y la cobertura de la red e incluso a su seguridad (una mayor cobertura puede llevar la señal fuera de nuestro edificio y con ello aumentar la vulnerabilidad de la red). Y es cierto: hay que entender la tecnología, las necesidades, las expectativas y el entorno físico para elegir la topología, el diseño e incluso el estándar más adecuado. Pero si tenemos que apostar a caballo ganador siempre podremos adquirir productos 802.11b/g, 802.11a/g o incluso tarjetas cliente 802.11a/b/g, de modo que nuestros equipos móviles puedan conectarse sin problemas a la antigua red 802.11b del almacén, a la zona de alta interferencia en la que se instaló una solución 802.11a o al nuevo equipo 802.11g de la sala de reuniones. Del mismo modo existen puntos de acceso con capacidad de soportar dos o tres estándares, pero tengan precaución: un equipo 802.11a/b/g puede soportar los tres estándares, pero no necesariamente a la vez, ni con roaming automático. Aumentar la velocidad El paso de una red actual 802.11b a una nueva 802.11a o 802.11g no es una simple actualización de producto. Hay que estudiar el rendimiento esperado y las zonas de cobertura, analizar las expectativas del cliente y entender las implicaciones. Supongamos un punto de acceso 802.11b y una tarjeta cliente instalada en un PC portátil, en una sala diáfana. Si empezamos a desplazarnos por la sala, alejándonos del punto de acceso, veremos que la conexión se realiza a 11Mbps en la cercanía del punto de acceso y que, a medida que nos alejamos,

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