Tres o cuatro líderes en apuros

Los últimos días de mayo han sido de conmoción para los accionistas de Terra, en virtud de la decisión de Telefónica de lanzar una oferta por sus acciones, a condición de completar como mínimo un 75% del capital, que podría o no preludiar una OPA de exclusión.

La prensa se ha hecho eco de múltiples comentarios sobre la operación. Accionistas descontentos que no se resignan a vender sus títulos al precio ofrecido, que es la mitad del de salida a Bolsa (y no digamos lo lejos que está del máximo de febrero de 1999). Analistas bursátiles que, sin excepción, recomiendan vender sin dudar, mientras desde la compañía matriz se desliza la idea de que, de no haberse tomado ahora la decisión, a finales de año las cosas podrían ser peores.
Estos comentarios y sus matices financieros son del dominio público. Igualmente, la ‘intrahistoria’ de Terra y los audaces golpes de póker de Juan Villalonga han sido recordados prolijamente. ¿Tiene iWorld algo original que decir? Hemos imaginado que había otro enfoque posible: preguntarse qué tienen de común y de diferente las trayectorias de Terra y de sus principales rivales en España, que son también los tres mayores proveedores de servicios de Internet en Europa.

Los jugadores
Se llaman T-Online, Wanadoo y Tiscali. Los dos primeros son filiales de grandes operadores históricos de telefonía, Deutsche Telecom y France Telecom, mientras el tercero se postula como un proveedor paneuropeo sin vínculos de capital con ningún operador. Los tres tienen en común una dedicación exclusiva a Europa, en contraste con Terra, que ha orientado su expansión hacia América Latina, tras la estela de su matriz. Cada uno gestiona a su modo la difícil alquimia de combinar el negocio de acceso con el de los portales, y esto explica casi todo.
Los términos de la ecuación se han invertido con el tiempo. A finales de los 90 parecía evidente que el acceso gratuito sería el gancho para generar tráfico hacia unos portales a los que habría que dotar de contenidos para que, a su vez, produjeran ingresos publicitarios. La meta era marcar distancias con el operador. Hoy está claro que aquellas estrategias han fracasado.
El caso de T-Online es ejemplar. Líder de la liga europea, es el más apegado a una estrategia propia de operador. Obtiene el 76,8% de su cifra de negocios vendiendo acceso a Internet, y el 22,9% de sus abonados están conectados por ADSL, lo que le permite recaudar 101,7 euros por abonado/año. Otras cifras revelan su debilidad esencial: depende en demasía del mercado alemán, puesto que sólo el 18,5% de sus 12,2 millones de abonados son internacionales. Alemania es un mercado maduro, donde aproximadamente la mitad de la población está conectada a Internet, lo que anticipa un estancamiento de sus ingresos. No es que T-Online carezca de presencia fuera de su país: tiene a Ya.com en España, Club Internet en Francia, Terravista en Portugal, además de su marca germana en Austria y Suiza. Está ausente del Reino Unido, lo que puede ser un punto en contra o una ventaja, según se juzgue la saturación del mercado británico.
Las fuentes de crecimiento potencial están fuera de Alemania, pero, ¿dónde? Otro rasgo llamativo de TOnline es la baja audiencia de sus portales, con 1,5 visitantes por abonado, lo que confirma el escaso interés por desarrollar el negocio de contenidos, actitud que, a la larga, puede ser tan peligrosa como la contraria.
Wanadoo sigue más bien una estrategia de supermercado de Internet. Es el único que puede decir que ha empezado a arrojar tímidamente beneficios, aunque muy lejos de compensar las pérdidas acumuladas. La estructura de ingresos revela que sólo el 48,9% proviene de cuotas de acceso, pero presenta una ratio de 118,7 euros por abonado/año, la mejor del trío. Cuenta con 8,5 millones de abonados y, siendo líder en su propio país, ha pisado a fondo el pedal de la internacionalización, tanto que recoge el 54% de sus ingresos fuera de Francia. Es el número uno en el Reino Unido, gracias a la compra de Freeserve, y ha mejorado su posición en España con la adquisición de Eresmas.
Pero la filial británica es un dolor de cabeza. Resulta difícil competir con BT, que tras abandonar toda aventura continental se ha atrincherado en casa. Los pésimos resultados de Freeserve –y la renuncia a cambiar esta marca comprada por la suya propia– han despertado rumores acerca de una próxima espantada de los franceses en el mercado más duro de Europa. De momento, lo único cierto es que Wanadoo ha vendido su filial belga al omnívoro Tiscali.
Otra debilidad del grupo francés está en el acceso y en la baja penetración de ADSL, que pesan poco en su facturación. La elevada masa salarial es un problema añadido, ya que a escala europea emplea el triple de personal que TOnline y el doble que Tiscali. En consecuencia, su productividad por empleado es baja, muy baja. Si, a pesar de todo, obtiene beneficios, es gracias a que France Telecom le ha dejado la explotación de las páginas amarillas.
Los portales europeos de la marca acumulan más de 20,7 millones de visitantes, un dato que ayuda a situarla en primer plano en el supuesto de una reactivación del negocio de contenidos o, como muchos temen, la obligue a replegarse a marcha forzada.
La originalidad de Tiscali se remonta a sus orígenes. Nacida casi de la nada en 1998, como un proveedor local en Cerdeña, ha perseguido desde entonces una estrategia expansiva pero dispersa, sumand

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