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Opinión: Los aranceles sobre productos digitales no benefician a nadie

Este tipo de aranceles es probable que causen una desaceleración del crecimiento del PIB de los países, impactando por tanto los ingresos fiscales a largo plazo. Además, si se establecieran tarifas digitales, el coste de aplicarlos superaría los beneficios económicos de su recaudación.

impuestos y dinero

La decisión que tomó la Organización Mundial del Comercio (OMC) el pasado 11 de diciembre de no comenzar a imponer aranceles sobre software, libros electrónicos, servicios de 'streaming' de vídeo y otros productos digitales fue un regalo de Navidad por adelantado. Más aún si tenemos en cuenta que la votación se llevó a cabo en medio de tensiones mundiales, guerras comerciales y el proceso de 'impeachement'.

Por dar contexto, la moratoria (que expiraba a finales del año pasado) ha protegido el comercio digital transfronterizo de los aranceles desde hace 21 años. Sin embargo, cada cuatro años los Estados Miembro de la OMC deben decidir si la renuevan o no.

El comercio digital transfronterizo ha ido aumentando en los últimos años y algunos miembros de la OMC han compartido su preocupación de que, al no imponer costes de aduana a los productos digitales, se estén perdiendo ingresos fiscales. Una preocupación especialmente presente entre los países en vías de desarrollo.

Este tipo de aranceles es probable que causen una desaceleración del crecimiento del PIB de los países, impactando por tanto los ingresos fiscales a largo plazo. En concreto, un estudio publicado en 2019 por el Centro Europeo para la Política Económica Internacional (ECIPE) estima que la moratoria previene –aproximadamente– una erosión fiscal de 2.000 millones de dólares americanos. Mientras tanto, un informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE, por sus siglas en inglés) publicado en noviembre de 2019 dice que la moratoria podría reducir los costes comerciales mundiales en hasta 8.100 millones de dólares americanos. 

Además, si se establecieran tarifas digitales, el coste de aplicarlos superaría los beneficios económicos de su recaudación, ya que el seguimiento y la imposición fiscal de las transmisiones electrónicas serían muy complejas.

 

Una decisión que también impactaría sobre el consumidor

Como señaló recientemente un artículo de opinión de la Cámara de Comercio Internacional, los consumidores que ven películas en sus smartphones podrían recibir hasta cinco millones de paquetes de datos de nueve jurisdicciones tributarias diferentes. Calcular y cobrar las tarifas correctas, incluso de una sola película, supondría un desafío, sin mencionar el seguimiento de las innumerables transmisiones digitales enviadas por empresas y consumidores cada día.

Por otra parte, estos gastos asociados a la aplicación de los aranceles perjudicarían también, y de manera desproporcional, a las pequeñas y medianas empresas, especialmente en los países en vías de desarrollo. Esto puede inhibir, además, la innovación y alejar aún más la tecnología de las personas afectadas por la “pobreza digital”.

Uno de los principios fundamentales de la OMC es que los países deben evitar que el entorno comercial se vuelva demasiado complejo y, aunque la moratoria respalda este objetivo, ésta aún no se ha vuelto permanente. Es por esta misma razón que varios Estados Miembro de la OMC han firmado un total de nueve acuerdos comerciales regionales y 13 acuerdos bilaterales para crear una moratoria permanente. Una táctica que tiene como objetivo protegerles en el caso de que otros países tomasen la decisión de comenzar a gravar los bienes digitales. Así, si la moratoria global caducase, estos acuerdos regionales seguirían vigentes, complicando en gran medida el comercio digital y creando incentivos que distorsionarían el mercado para redirigir los datos a través de jurisdicciones libres de impuestos.

Por su parte, la OCDE señala que los aranceles generalmente están asociados con una menor productividad y que su carga recae de manera desproporcionada sobre la economía doméstica en lugar de sobre las empresas. Existen otras formas de aumentar los ingresos de bienes intangibles como lo son, por ejemplo, los Impuestos de Valor Añadido (IVA) y los sistemas impositivos de Bienes y Servicios (GST), que no discriminan preferentemente a las empresas más pequeñas o los países en desarrollo, y son más simples y baratos de implementar.

 

Una nueva votación en junio

El próximo mes de junio volverá a votarse la moratoria que prohíbe los aranceles a los productos digitales dentro del marco de la Conferencia Ministerial de la OMC 2020 y, para mantener el comercio abierto y justo, los miembros de la OMC deberían considerar hacerlo permanentemente.

Un estudio basado en evidencias daría más contexto al debate sobre si las transmisiones electrónicas transfronterizas ayudan o perjudican a los países en desarrollo y la economía digital. Así como también clarificaría si una medida cautelar permanente contra la imposición de los aranceles a los productos y servicios digitales podría ser una ventaja para el sistema de comercio internacional. Los Estados Miembro deberían acelerar dicho estudio para que esté listo para su revisión de cara a la próxima Conferencia Ministerial en junio de 2020. 

Mantener la moratoria a largo plazo daría a los Estados Miembros de la OMC la confianza para seguir desarrollando un comercio digital innovador. Sin olvidar que también demostraría cómo crear una riqueza compartida para el futuro usando un marco multilateral basado en reglas que salvaguarden la apertura, la competencia justa y la innovación.

 

Artículo elaborado por Craig Burchell, vicepresidente de asuntos de comercio internacional en Huawei Technologies


 



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Fernando Rubio Román, CTO de Microsoft España. TECNOLOGÍA
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