El triunfo del outsourcing

Se están produciendo últimamente una serie de acontecimientos y manifestaciones en torno al outsourcing que deberían contribuir a marcar el inicio de una espectacular escalada en la utilización de estos servicios en España. Si no fuera así, habrá que pensar en la escasa sabiduría o visión de negocio de las empresas que ofrecen este tipo de servicios en nuestro país -o en la existencia de cierta cicatería económica para introducir, difundir y proclamar adecuadamente la bondad de las soluciones de outsourcing- y en su incompetencia para priorizar estrategias determinantes en la consecución de mayor cuota de mercado en este segmento. Entre los llamativos aldabonazos acaparadores de atención, se encuentran las expresivas declaraciones del Presidente de IBM, Lou Gestner, (recogidas por este semanario) en las que, augurando al área de los servicios el más rápido crecimiento en la industria de TI, adelantó la firme intención de convertir su compañía en uno de los principales suministradores mundiales de servicios de outsourcing. Asimismo, en sintonía con esta apreciación y propósito, IDC vaticina que el mercado de outsourcing en Europa Occidental crecerá un cincuenta por ciento hasta el año 2000 -pasando el volumen de negocio de los 20.000 millones de dólares logrados el pasado año, a los 30.000 previstos al finalizar el siglo- y predice que las empresas apostantes por el outsourcing, crecerán más rápidamente que las que continúen realizando las tareas de TI de forma interna.

Pero, lo que puede resultar determinante para la aceptación generalizada, expansión, y el definitivo auge de los servicios de outsourcing en nuestro país, es la manifiesta demostración del incremento de confianza hacia ellos por parte de la banca. Con ser relevante y motivador el ahorro de costes en informática -en algunos casos, según su propia cuantificación, con cifras importantes- para los bancos y cajas de ahorros, habituados a la preciada monotonía de los beneficios sin solución de continuidad, es más transcendental el estar persuadidos de que, con ello, no se menoscaba la idoneidad de la gestión bancaria. Si su tradicional talante conservador para el negocio, y su regla de oro de aportar confidencialidad a la praxis clave de la organización, no les impide confiar la responsabilidad del control de la información a una empresa externa, es que existe un convencimiento total de la rentabilidad de la operación.

Los hechos evidencian que parece imparable la progresión de los servicios de outsourcing en nuestro país. Pero, para neutralizar la aparición, posible, de desaforadas actitudes los Directores de Sistemas de Información deben asumir las misiones que le imponga la nueva situación. Y, asimismo, las empresas de nuestro sector que dicen disponer de recursos y experiencia para no defraudar, deben implicarse en los proyectos que puedan sacar adelante con autoridad, abandonando la tentación de abarcar demasiado por el peligro de decepcionar. Las nefastas referencias harían demasiado daño al negocio de outsourcing.



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