Inteligencia artificial

El futuro de las cosas que piensan

Como profesionales del sector tecnológico, debemos pensar de forma holística, determinar qué es lo importante y ser capaces de hacer las preguntas correctas

inteligencia artificial robot

¿Se puede automatizar un pensamiento? ¿Es posible influir en el patrón de razonamiento de
una persona? En un momento en el que seguramente estará intentando optimizar las
operaciones de su empresa, quizá debería tener en consideración las posibilidades de la
inteligencia artificial (IA) y las formas en las que las aplicaciones irrumpen en la conciencia
humana. Quizá sea este el momento de evaluar hacia dónde se dirige el futuro del
pensamiento
.

Más allá de lo humano

Al mundo físico se une ahora el mundo virtual, allanando el camino para alcanzar una
capacidad cognitiva sin precedentes. Por todo el mundo se desarrollan ciudades inteligentes
basadas en un ecosistema de dispositivos conectados y en una infraestructura centrada en la
Nube. Se abre una perspectiva apasionante para las empresas que, aprovechando los últimos
avances científicos, pueden acceder a nuevas aplicaciones, más sofisticadas e inteligentes.
Esperamos un futuro en el que la tecnología se convierta en una extensión del cuerpo humano,
con implantes que sean capaces de mejorar nuestra memoria o con prótesis de alto
rendimiento que consigan llevarnos a un nivel superior en las capacidades de nuestro cuerpo.
La biometría es un área que está experimentando una rápida evolución, y los desarrolladores
de aplicaciones tienen la oportunidad de utilizar el cuerpo humano como plataforma,
encontrando una nueva área de negocio en una sociedad cada vez más dependiente de la
mente automatizada.

Piénselo. Usted podría despertar por la mañana, revisar sus sueños y compartirlos a través de
las redes sociales, proporcionando a sus amigos un entorno virtual para permitirles explorar. En
los próximos años vamos a tener también a nuestra disposición un ecosistema de aplicaciones
interconectadas en la Nube que nos ayudará a realizar un diagnóstico de nuestra salud en
tiempo real, o disponer de ropa orgánica capaz de reparar tejido humano dañado. En el trabajo,
podremos llevar a cabo tareas en base a un razonamiento deductivo que estará asistido
digitalmente por un dispositivo instalado en nuestra cabeza…

Las apps impulsarán nuestros pensamientos y nos permitirán telecomunicarnos, extendiendo
nuestra mente a una nueva dimensión. ¿Suena imposible? La combinación de inteligencia
biológica y digital es un área creciente dentro de la ingeniería del conocimiento. El futurista de
la industria tecnológica Elon Musk lanzó recientemente Neuralink, una start-up que tiene como
objetivo desarrollar tecnología que conecte nuestro cerebro con los ordenadores.
Recientemente declaró que "si los seres humanos quieren seguir agregando valor a la
economía, deben aumentar sus capacidades mediante una fusión de inteligencia biológica e
inteligencia artificial".

Pensando a largo plazo

Sé lo que está pensando: ¿De verdad, mis aplicaciones están listas para gestionar este futuro?
Como profesionales del sector tecnológico, debemos pensar de forma holística, determinar qué
es lo importante y ser capaces de hacer las preguntas correctas. ¿Con qué rapidez se puede
desarrollar un sistema de arquitectura en la Nube que ofrezca libertad para trasladar las
aplicaciones críticas con facilidad y enfrentarse a ataques basados en Machine Learning?
¿Disponemos de las soluciones adecuadas y de las habilidades básicas para afrontar el
avance de la realidad virtual? ¿Es mi modelo de negocio lo suficientemente robusto para
asumir la llegada de la inteligencia artificial? ¿Son nuestras aplicaciones capaces de proteger la
reputación del negocio a largo plazo y de asegurar la lealtad de los datos de los ciudadanos
cibernéticos?

A medida que la economía digital alcanza mayores niveles de sofisticación, ser capaces de
pensar más rápido, trabajar de forma más inteligente y conseguir dotar a los datos de más
seguridad, será imprescindible para sobrevivir. En el futuro, el Machine Learning será una parte
vital a la hora de agregar valor a los servicios. Al mismo tiempo, nos dirigimos hacia una era en
la que la IA dictará procesos transaccionales, administrará automáticamente, aprenderá y auto
diagnosticará respuestas al riesgo y a mucho más. Las aplicaciones ya no se limitarán a
dispositivos específicos o a arquitecturas Cloud, sino que formarán parte de un ecosistema de
soluciones de software de alta tecnología. El uso de datos para analizar comportamientos será
cada vez más común. Algunas compañías de seguros, por ejemplo, ya están ofreciendo
instalar sensores en los coches de los clientes para basar el precio de sus productos en las
habilidades de cada conductor.

La capacidad para autenticar a una persona va a resultar fundamental para la seguridad de
actividades tan cotidianas como realizar una operación bancaria o una compra a través de
Internet. Es por ello que la identidad digital de las personas va a convertirse en el activo más
valioso. Esta identidad, de la que forman parte tanto nuestros datos personales, como nuestra
actividad en la Red, va a resultar fundamental para interactuar con las empresas. Hay
gobiernos que ya están haciendo pruebas de pasaportes sin papel, almacenando digitalmente
los datos biométricos de los viajeros para convertir al propio cuerpo en la contraseña.
Los ordenadores ya están aprendiendo a comportarse como seres humanos. Las máquinas ya
pueden hablarnos en nuestra propia lengua e interactuar después a través de la IA. El
reconocimiento emocional puede hacer que la comunicación entre personas y dispositivos sea
más interactiva y natural. Las aplicaciones ya están diseñadas para aprenderlo todo acerca de
cualquiera de nosotros y para ayudar con las tareas más cotidianas. Las interfaces
humanizadas requerirán que los empresarios decidan cómo debe sentirse la marca y cómo
debe interactuar, involucrándose físicamente con el cuerpo humano. Las aplicaciones
inteligentes serán más personales, lo que implica una estrategia comercial completamente
nueva a la hora de interactuar con el cliente. A su vez, necesitamos estar preparados para que
el cuerpo humano comience a ser el objetivo de ataques cibernéticos.

Mientras que la IA va aprendiendo más cosas sobre la forma que pensamos, también los
humanos vamos a incrementar nuestra capacidad para controlar dispositivos con nuestras mentes. Hoy en día, Internet de las cosas (IoT) proporciona a los objetos una identidad digital.
Desde refrigeradores inteligentes que gestionan los hábitos alimenticios a hogares que ajustan
automáticamente a sus preferencias de calefacción y de iluminación, pero la experiencia
transformadora de cualquier objeto podría estar controlada por nuestro propio cerebro con la
ayuda de las aplicaciones. Neil Harbisson, el activista ciborg conocido por ser la primera
persona en el mundo con una antena implantada en su cráneo, recientemente dijo a F5 que
"veo que la palabra aplicación pronto podría también ser usada como la suma de un nuevo
órgano o un nuevo sentido. Podríamos aumentar las capacidades de nuestros sentidos, con el
mismo efecto que puede tener una droga. En lugar de utilizar productos químicos, quizá lo
único que tengamos que hacer es fusionarnos con la cibernética".

La aproximación a la nueva realidad

Estamos pasando a un punto en el que la IA se convierte en pura inteligencia que puede imitar
el razonamiento cognitivo de los seres humanos. Necesitamos planificar un mundo en el que
las funciones telepáticas, la conciencia humana y la conciencia artificial funcionen en armonía.
Las predicciones sugieren que los modelos de negocio basados en las actuales arquitecturas
estáticas de la información y en la Nube se enfrentarán a nuevos desafíos. Las empresas
necesitarán una mayor flexibilidad para adaptarse más rápidamente, ya que la nueva
inteligencia dinámica de las aplicaciones responderá a la rápida evolución de los patrones de
comportamiento de los ciudadanos cibernéticos. Las aplicaciones también se convertirán en
una parte fundamental a la hora de proteger a la marca y a la hora de establecer relaciones
comerciales con los clientes basadas en los datos, que se convierten en una nueva moneda.

La autora de este artículo es Lizzie Cohen-Laloum, vicepresidenta senior de Ventas EMEA en F5 Networks



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