Big Data

No demonicemos los datos

En lugar de demonizar el uso de los datos, deberíamos apreciar los beneficios que puede traer a nuestras vidas y avanzar hacia unas mejores prácticas normativas que eviten su uso ilícito.

mis datos

"Este es un momento muy serio para el futuro de la Web. Pero quiero enviar un mensaje de esperanza. Los problemas que afrontamos hoy son como fallos de un sistema. Los fallos pueden hacer daño, pero los crean las personas y las personas pueden solucionarlos". Sir Tim Berners-Lee.

Es normal que la revolución de los datos traiga sus propios desafíos. El uso de los datos personales genera dudas comprensibles que no van a desaparecer de la noche a la mañana. Y desde la entrada en vigor del RGPD se ha convertido en un tema espinoso de candente actualidad. La prensa se ha hecho eco de casos de uso indebido: se han utilizado los datos personales para influir en referendos y elecciones democráticas, para alimentar noticias falsas y para amasar fortunas en publicidad. Todo ello ha tenido unas consecuencias comprensibles.

Con todo, no debemos caer en la tentación de demonizar el big data: es un error compararlo con el Gran Hermano o crear alarmismo por su poder de control social o de favorecer prácticas comerciales dudosas. Aunque podemos y debemos prestar la debida atención a las posibles consecuencias de un uso inadecuado, también hemos de tener en cuenta sus ventajas y acogerlas con los brazos abiertos. No olvidemos que un análisis de datos avanzado siempre ha sido el pilar de la transformación positiva tanto en los sectores públicos como privados, y seguirá siéndolo durante mucho tiempo.

Desde las ciudades inteligentes de Europa a los cambios revolucionarios en las políticas de sanidad y medio ambiente, no es exagerado decir que el big data es la llave a gran parte del futuro. Buen ejemplo de ello es la actual iniciativa de ciudad inteligente de Copenhague, auspiciada por el Danish Outdoor Lighting Lab (DOLL) con la alianza con Cisco y con el grupo de telecomunicaciones local TDC. Este laboratorio exterior se encarga de 40 soluciones luminosas además de varias de detección de aparcamiento, residuos y medio ambiente distribuidas en más de 10 kilómetros de carretera. Esta tecnología conectó la infraestructura de la ciudad en una capa común de red y datos: al permitir a los organismos municipales vigilar, controlar y optimizar cada solución en tiempo real para responder a las necesidades de los ciudadanos, se ha mejorado la eficiencia operacional. El uso de datos para conectar a los ciudadanos, sin comprometer su privacidad ni su seguridad, es clave para un uso constructivo y ver los datos desde un prisma más positivo. En países como Estonia por ejemplo, el big data se está utilizando para detectar actividades fraudulentas relacionadas con la evasión fiscal o el blanqueo de dinero. En Reino Unido, está ayudando a elaborar planes para diseñar el transporte público de Londres.

Pero, ¿qué ocurre cuando entran en juego datos personales y sensibles? Cualquier iniciativa que haga uso de datos, sobre todo si son de carácter sensible o significativo, es demonizada. Los historiales médicos son un claro ejemplo: en la década anterior, saltaron a los titulares los escándalos de gobiernos de toda Europa que vendieron historiales médicos de pacientes para su propio beneficio.

El observatorio ARNO en Italia ha apostado por un nuevo enfoque: ha combinado y agregado masas de datos de pacientes para un uso administrativo en vez de comercial. El resultado es que los usuarios se han beneficiado de mejoras en los servicios, por ejemplo, en las recetas de sus médicos de cabecera, altas y bajas hospitalarias y citas para exploraciones diagnósticas. La información recopilada se vinculó a otros flujos de datos para crear indicadores comparables epidemiológicos y económicos. Así, los datos personales se emplean para beneficio de sus propietarios, pero también para ayudar a las futuras generaciones identificando datos tales como la mayor prevalencia de determinadas enfermedades, los lugares en que su probabilidad es mayor y cuánto terminarán costando al sistema.

También pueden usarse los datos personales para lograr descubrimientos científicos revolucionarios que mejoren la comprensión humana de teorías esenciales. El Proyecto Genoma Humano (PGH) fue un ejemplo dilatado en el tiempo que contó con una gran alianza de organizaciones y datos de distintas universidades, laboratorios y socios internacionales en todo el mundo. El proyecto concluyó en 2001 con el objetivo que se habían fijado los investigadores: el desciframiento del genoma humano. Este descubrimiento, que ha tenido innumerables ventajas para la ciencia, no habría sido posible sin la colaboración conjunta de cientos de actores distintos compartiendo y recibiendo información.

La tendencia de centralizar los datos médicos está al alza. Aunque puede generar preocupación, mientras la privacidad y la seguridad se preserven, los datos jugarán un papel esencial en el desarrollo de nuevos tratamientos, nos ayudará na conocer mejor cómo funciona nuestro cuerpo y a conseguir que siga haciéndolo el mayor tiempo posible.

Lo que no hay duda es que los datos son mucho más que una moneda que intercambian los consumidores por servicios personalizados. Los datos pueden utilizarse para bien y para mal, pero lo cierto es que puede cambiar del todo la vida de las personas y sus hábitos. Sí. La información recabada de fuentes digitales debe utilizarse conforme a la ley. En lugar de demonizar el uso de los datos, deberíamos apreciar los beneficios que puede traer a nuestras vidas y avanzar hacia unas mejores prácticas normativas que eviten su uso ilícito.

Sin duda, queda mucho por hacer en materia de protección de datos personales, para mejorar la cultura de la responsabilidad en las organizaciones que manejan tanta información. Es crucial dar a los usuarios las necesarias garantías de que se respetará su identidad personal en el tratamiento o la custodia de su información. Las empresas deben ser sinceras a la hora de pedirles los datos, es decir, dejar claro qué piden y por qué. Un interesado bien informado y empoderado es más útil que una persona que no es consciente de ello. En respuesta a estas preocupaciones, han surgido varias iniciativas diseñadas para promocionar el beneficioso papel que el big data puede jugar en la sociedad  como Datos para un Buen Intercambio de Bloomberg, Big Data para Bien de Mastercard y el proyecto Data4Good de SAS.

No debemos pensar en el big data como sinónimo de ilegalidad, porque no lo es. Para cambiar esta percepción, deberíamos plantearnos debates más constructivos: por ejemplo, cómo hacer que las tecnologías respondan mejor a los retos de privacidad. Para aprovechar todo el potencial del big data, primero debemos demostrar que puede usarse con honestidad y en beneficio de la sociedad. Los datos tienen un poder transformador, pueden cambiar nuestras vidas para mejor. Desaprovechando su potencial nos estaremos haciendo un flaco favor. 

 

La autora de este artículo es Eva Sánchez-Caballero, Business Development Manager de Canon España



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