Nuevas plataformas hardware

El entusiasmo por los PDAs

Tanto los pequeños ordenadores portátiles manuales como los Asistentes Personales Digitales o PDAs (Personal Digital Assistants) están despertando un entusiasmo extraordinario entre los usuarios. Hay que esperar que ese entusiasmo no resulte contraproducente.

Todo el mundo ha oído hablar de los "palmtops", "fingertops" y otros diminutos juguetes tecnológicos. Y, por otra parte, después de 15 años desde su aparición, aún hay muchas personas que siguen sin aceptar los PCs. Y, no obstante, nadie quiere perder este tren. Le guste a uno o no, los PDAs han llegado para quedarse. Según la firma de investigaciones de mercado International Data Corporation (IDC), en 1997 se vendieron cinco millones de dispositivos PDA, y las ventas alcanzaron ocho millones en 1998, aunque lo cierto es que muchos de estos productos siguen requiriendo unos dedos muy hábiles y una gran agudeza visual, y que en las unidades con pantalla en color las baterías apenas duran lo que un pequeño retraso en el aeropuerto.
Sin embargo, casi de un día para otro, los PDAs han pasado de ser unos dispositivos intimidantes a convertirse en algo extraordinariamente interesante. Y los híbridos PDA-teléfono, de reciente aparición, deberán incluso hacer aumentar ese entusiasmo. ¿Cómo puede uno estar tan seguro de ello? La respuesta es: porque sabemos que es así.
No hace falta ser un entusiasta de los pequeños aparatos ni un promotor de arquitecturas exóticas para dispositivos móviles. No. Basta con ser una persona normal que viaja bastante y tiene que llevar cuenta de muchas cosas.
Eso es lo que está generando todo el entusiasmo por los PDAs. Sus pequeñas pantallas verdes contienen los recuerdos olvidados, la secretaria, un mayordomo silencioso que administra el tiempo, la energía, las cosas triviales y los sueños. ¡Estos aparatos diminutos son una cosa extraordinaria! Especialmente la Serie 5 de Psion y el Palm V de 3Com. Ambos tienen un diseño atractivo y constituyen alternativas a Windows CE que venían siendo necesarias desde hace mucho tiempo.
Y hay millones de personas que los utilizan. ¿No podría ser este el momento de reconsiderar la forma en que tiene lugar realmente la adopción de tecnología a nivel corporativo?
Basta imaginar la sorpresa cuando la compañía le informa a uno de que "No mantenemos una política de utilizar PDAs". Lo que significa: "Si quiere uno, puede comprarlo con su propio dinero". Y eso no está bien. Después de todo, evitar la pérdida de un sólo vuelo pagaría por el pequeño aparato.
Y basta imaginar las horas que podrían ahorrarse si no hubiera que copiar números de teléfono, fechas de entrevistas y diversas cosas a realizar desde el PC a la agenda de papel. Sin embargo, en muchos casos, quienes mandan en el departamento de sistemas prefieren que sus subordinados mejoren su productividad como empleados del conocimiento con su propio dinero.

Algo más que dinero
Sin embargo, no se trata sólo de dinero. Se trata de ideas y percepciones. Después de su experiencia con el PC, muchos usuarios ven un PDA y piensan: "He aquí un aparato sencillo, barato y útil. En el departamento informático lo odiarán por eso. O posiblemente no sepan siquiera que existe." Y si a ese empleado se le habla de la existencia -o de la ausencia- de determinadas normas o políticas, se habrá añadido un obstáculo más.
El mejor consejo es: Hacer que sea más fácil o gratis para los usuarios comprar, reparar, ampliar y utilizar PDAs. Informar a la gente sobre los mejores Websites y sobre el software que puede obtenerse gratis. Negociar algunos acuerdos de compra en cantidad. Establecer una política corporativa sobre estas nuevas plataformas hardware.
Esto no significa entregar un PDA a cualquiera por el simple hecho de ser poseedor de una tarjeta de acceso. Pero sí será conveniente comprar PDAs y ofrecer soporte técnico con destino a aquellos que los deseen y puedan utilizarlos, con lo que ciertamente se habrá conseguido un aliado en la búsqueda de una mayor productividad.
Quienes olvidan la historia de la tecnología están condenados a sufrir por ello. Por ello es necesario situarse en cabeza de la manifestación. De no hacerlo así, las consecuencias podrían ser bastante graves.

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