Opinión: Más allá del coche conectado

Vencerán aquellas compañías que sean capaces de integrar estructuras organizativas con diferentes velocidades, facilitando la agilidad en la toma de decisiones y consiguiendo la capilaridad suficiente como para ejecutar los cambios en la organización tradicional a nivel estructural, ejecutivo y tecnológico.

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Durante el pasado Mobile World Congress de Barcelona, el consejero delegado de Ford, Mark Fields, hacía una reflexión interesante sobre el futuro de la industria de automoción y la conveniencia de adecuar un negocio orientado tradicionalmente a la fabricación, venta y mantenimiento de vehículos hacia un modelo basado en nuevas fuentes de generación de ingresos alrededor de la conectividad. En el horizonte se vislumbra la transformación de un modelo de compañías, tradicionalmente orientadas al producto, por un modelo focalizado en proporcionar servicios al cliente.

 

Varios fabricantes han entendido bien este cambio y ya se están posicionando en el mercado, construyendo una propuesta de valor que integre servicios en torno a su core business, el vehículo, pero también otros relacionados con la experiencia de sus conductores. Esto ha hecho que comience la carrera por cerrar acuerdos de partnership para diseñar esos nuevos servicios y asegurarse así una plaza como players relevantes dentro de este nuevo ecosistema plagado de retos.

 

En este contexto, el coche conectado juega un papel determinante para afrontar el primero de los retos, garantizar el acceso al cliente. La propiedad de la información permitirá a las marcas establecer los límites del tablero de juego, aunque no necesariamente ganar la partida, frente a los gigantes de Internet. Todo dependerá de la estrategia diseñada para alcanzar los diferentes acuerdos y la selección de los nuevos modelos de negocio que verdaderamente aporten un valor diferencial a los clientes.

 

El otro gran reto será dimensionar la oportunidad de la conectividad y entender cómo capitalizarla y convertirla en una fuente de generación de ingresos sostenible. Parte pasará por ofrecer una propuesta de valor que despierte la disposición de los clientes a pagar por ciertos servicios y parte por cerrar acuerdos con terceros que generen ingresos recurrentes. Pronto podremos controlar de forma remota la apertura del coche, regular la temperatura de nuestro hogar desde el asiento del conductor o contratar más caballos de potencia para el fin de semana, gracias a los servicios over the air.

 

El último gran reto será flexibilizar la estructura organizativa en busca del modelo que mejor se adapte al ADN de la organización, a lo lejos que se quiera llegar y el tiempo disponible para hacerlo. Vencerán aquellas compañías que sean capaces de integrar estructuras organizativas con diferentes velocidades, facilitando la agilidad en la toma de decisiones y consiguiendo la capilaridad suficiente como para ejecutar los cambios en la organización tradicional a nivel estructural, ejecutivo y tecnológico.

 

Bienvenidos a la nueva era de la conectividad.

 

El autor de este artículo es Gustavo Samayoa, de Accenture Strategy.

 

 



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