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Reconstruir las infraestructuras de telecomunicaciones de Irak es un asunto menor. La venta del dominio .iq será una forma de obtener financiación

La reconstrucción del Irak post-Sadam está en marcha. Pero más allá de las imprescindibles obras para la puesta en marcha de servicios esenciales, por el momento no se puede hablar con propiedad de ninguna otra iniciativa destacable. Los ataques destruyeron en su mayoría las infraestructuras de telecomunicaciones, pero en los planes que ya se hacían mucho antes del comienzo efectivo de la guerra, tanto en Gran Bretaña como en Estados Unidos (y en España, y si no que se lo pregunten a AESMIDE, asociación que agrupa a numerosas empresas suministradoras del Ministerio de Defensa) no se contemplaba su reposición como una cuestión de la que ocuparse de forma inmediata.

Dicen los que dicen estar en la pomada, que muy poco después del 11-S el gobierno de los Estados Unidos impulsó un salto cualitativo en las actividades destinadas a incrementar la seguridad informática en los sistemas de información críticos del país. La directiva aprobada por el presidente Bush en julio de 2002 habría venido a concretar un protocolo de actuaciones en la materia. Así, según ha contado el rotativo The Washington Post, la agencia GEWIS (Global Early Warning Information System) y el programa TIA, siglas pertenecientes al programa del Departamento de Defensa, Total Information Awareness, vendrían a ser los instrumentos clave de la política de seguridad en la materia, la primera en tareas de vigilancia y protección de los sistemas propios y el segundo como instrumento informativo a propósito de la actividad del terrorismo internacional. La filosofía de seguridad en la que se apoyan estas iniciativas y otras respecto a los cambios en la protección y respeto efectivos de los derechos y libertades civiles, y las relaciones de determinadas compañías privadas en el ajo con la Administración estadounidense son asuntos ya conocidos que, no obstante, conviene tener presente a modo de telón de fondo de este breve relato.
Es también poco después del 11-S cuando aparece en escena un gusano. Me refiero a Saphire y no a Richard Clarke puesto que éste llevaba en escena más tiempo, concretamente al frente de la seguridad informática en tiempos de Bill Clinton. La cosa es que Saphire viene a crispar más aún los ánimos y Clark a insistir en que todas esas agencias gubernamentales y todas esas empresas son algo tibias, de manera que enarbola un nuevo estandarte de acuerdo con la moda del momento: prevenir usando el escalpelo; así es que la criaturita, que ya venía largando a modo, declaró a la agencia Reuter allá por febrero de 2003 que los Estados Unidos tienen la capacidad y la organización necesarias para atacar los sistemas iraquíes aunque, aseguró, aún no estaban perfilados ni las estrategias, ni las doctrinas, ni los protocolos. Seguramente mentía como bellaco puesto que, a lo que parece, ya estaban prietas las filas desde primeros de año, listas las ciberballonetas para dar un repaso no sólo a los sistemas militares, sino a todo lo que oliera a Sadam que, en ese momento, era casi todo.
¿Por qué no lo hicieron o por qué no se sabe que lo hicieran? Hay quien argumenta razones humanitarias o de prudencia. Pamplinas: acabábamos de festejar el santo de los Pepes y nos fuimos a la cama con la certeza de que los aliados iban a planchar en Irak lo que no se mueve y buena parte de lo que se mueve. ¿Para qué andarse con tanta sofisticación? ¿para qué infectar de virus los servidores iraquíes? Se machaca todo a bombazos y a otra cosa, butterfly. De manera que a finales de marzo los crucero borran del mapa y del espectro los servidores y las antenas para satélites, esto es, todo lo que había en el ministerio de Información iraquí o en las centrales telefónicas de Bagdad, Basora, Mosul, etc., que, dicho sea de paso, era casi todo. Giuseppe Lurenza se preguntaba en un artículo publicado en PuntoNet el 8 de febrero: ¿Se prepara el Apocalipsis informático? Y la respuesta puede que sea: pues algo hubo, pero bastó con el otro Apocalipsis, el de las bombas-paradoja, o sea, las inteligentes.
De manera que, abreviando, la infraestructura de Internet en Irak está completamente destruida, como todo lo demás. Un asunto interesante, como todos los demás, para las empresas del ramo, aunque haya otros sectores francamente más jugosos; tal vez por eso hay empresas como el gigante de la ingeniería y la construcción con sede en San Francisco, Bechtel National (ligada desde hace muchos años a Rusmsfeld, al ya retirado general Sheeman, y a los que fueran con Reagan secretarios de Estado y de Defensa respectivamente: Shultz y Weinberger) que ha resultado beneficiada de un contrato con la US Agency for International Development (AID), tras licitación convocada mucho antes del primer ataque, para arreglar carreteras, líneas de trasporte y suministro eléctrico, aeropuertos, redes de suministro de agua y otras infraestructuras, que le van a reportar la nada desdeñable cantidad de unos 600 millones de dólares. Por supuesto que todo eso es de primera necesidad y lo demás puede esperar. La mencionada agencia para el desarrollo internacional (AID) que, recibió del presidente Bush el encargo de la reconstrucción de los sistemas y servicios públicos, ha presentado ocho grandes proyectos a licitación y ninguno se refiere a las telecomunicaciones o las infraestructuras informáticas.
En el actual estado de cosas, podría decirse que lo más significativo al respecto es, de un lado una propuesta vestida de altruista y un mero debate tecnológico. Respecto a lo primero, un ISP británico denominado OMEGA, ha propuesto financiar la reconstrucción mediante la venta de direcciones de Internet que terminen en .iq, esto es, el código de país del nombre de dominio Irak. La denominada Committee for Information Technology Reconstrucción in Irak (CITRI) ha hecho suya la propuesta y habla incluso de la posibilidad de vender los dominios .iq a los usuarios iraquíes haciéndoles una rebajita. Pero, sorpresas que tiene la vida: la administración del dominio .iq está legalmente en manos de la empresa tejana InfoCom desde 1997, cuyos propietarios (según contaba a principios de abril Brian McWilliams en Wired News) están procesados por haber proporcionado ayuda económica ¿a que no se imaginan a quién?, pues ni más ni menos que a la organización HAMAS, ya saben la de los fedayines palestinos que no dudan en volar ellos mismos en pedazos si se llevan por delante al enemigo. Y en esas están, la CITRI ha pedido a la Internet Corporation for Assigned Names and Numbers (ICANN) la cesión de los derechos sobre .iq. Que se sepa aún no hay pronunciamiento, aunque la propia ICANN advierte sobre su prerrogativa de transferir el genérico si lo cree oportuno e indica que, en todo caso, no lo haría sin contar con el beneplácito de la comunidad web iraquí. Por supuesto CITRI dice estar de acuerdo, e incluso sugiere como destinatario la Universidad de Bagdad, aunque apostilla que, de aceptarse la fórmula de llevar a cabo una subasta internacional de los dominios .iq, ellos, naturalmente, estaría en las mejores condiciones para dirigirla. Como es lógico , el Congreso Nacional Iraquí, no se pronuncia y respecto a la comunidad Chíi, ni mencionarla, que el horno está cada vez para menos bollos. ¿Naciones Unidas?: a por uvas, claro. Aunque en su momento contribuyeron a algo parecido a lo que propone CITRI en Afganistán, bien es verdad que entonces la ONU todavía er

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