Inteligencia artificial

El futuro de la inteligencia artificial

Aunque la historia nos demuestra que predecir el futuro es imposible y menos en términos tecnológicos, sí se pueden hacer ejercicios de pronósticos con las tendencias actuales.

Inteligencia artificial

 

Aunque la historia nos demuestra que predecir el futuro es imposible y menos en términos tecnológicos, sí se pueden hacer ejercicios de pronósticos con las tendencias actuales.

Durante 4.000 millones de años, desde que surgió la vida en nuestro planeta, el hardware (el cuerpo) y el software (la conducta) han sido patrimonio exclusivo de la biología. Eso está cambiando gracias a la inteligencia artificial (IA). Por primera vez, que sepamos, en la historia de la Tierra, un ser vivo, es capaz de diseñar un sistema que piensa, establece relaciones y aprende por sí mismo. Mediante la IA estamos modificando el software de la biología a pasos agigantados y no sabemos dónde exactamente nos puede llevar esto.

Y, más importante aún, esta tecnología no es dominio exclusivo de algunos.Señalar un momento en el que todo cambia, el instante en el que se produce un giro de 180º, es casi imposible: ¿cuándo comenzó exactamente la Revolución Industrial? ¿Cuál es la fecha precisa en la que internet se convirtió en un eje vertebrador de nuestra cultura?

En 20 años probablemente muchos se hayan olvidado del día en el que la IA lo cambió todo. Pero, con la mente en las décadas que vienen, ese día bien podría ser el 2 de septiembre de 2017: esa tarde, en Berlín, se presentó el microchip Kirin 970, desarrollado por la empresa china Huawei.

Ese fue el preciso instante en el que la IA dejó de ser un software en nuestras manos y se transformó en hardware, multiplicando la capacidad de procesamiento de información, sin necesidad de depender de internet e incrementando lo que seríamos capaces de hacer, a partir de ahí, con esta tecnología en nuestras manos.

En el futuro, la IA generará un cambio positivo en lo que ahora mismo constituyen las mayores preocupaciones de los seres humanos. Beneficiada por estar en nuestras manos y aprender de nosotros, analizará no solo la enorme cantidad de datos que generamos, sino que nosotros mismos nos convertiremos en información.

¿Desempleo? Sabiendo nuestra red de contactos, los lugares por los que nos movemos habitualmente, nuestras cualidades y capacidades, elaborará un CV que rastreará las mejores ofertas adecuadas (de verdad) a nuestro perfil y sugerirá que nos conectemos con determinadas personas cercanas a nuestro círculo. También nos aconsejará cursos vinculados a los conocimientos que tenemos pero que nos permitan ocupar nuevos nichos más solicitados.

En salud, ya no solo archivará las imágenes por rostros o etiquetas, también llevará a cabo un análisis de los mismos para detectar patrones propios de determinadas dolencias…aún en gente que no conocemos pero aparece en alguna imagen. En caso que sea muy obvio, crearía una alerta específica. Esto, que parece ciencia ficción ya ha ocurrido, con el pequeño Taylor Treadwell, un niño de 4 años cuyos ojos mostraban un brillo extraño en las fotos con flash y alguien, en las redes sociales, advirtió a los padres que debían ir al médico. El diagnóstico fue un retinoblastoma, un tipo de tumor que afecta principalmente a los niños pequeños. Ese poder ya está en nuestras manos.

Otra gran preocupación: el cambio climático. Hasta ahora, la inteligencia artificial en nuestros móviles se basaba en responder a una pregunta con cientos de páginas web en donde se encontraba la solución. Tener un microchip en el móvil, como el Kirin 970, hace que el sistema comprenda no solo la pregunta, sino también el contexto y de una respuesta en lugar de fuentes donde hallarla. La IA tiene el potencial para comprender toda la información vinculada al cambio climático y evaluar todas las opciones posibles, combinarlas y elegir la más adecuada a corto y largo plazo. Eso se debe a que no solo tiene acceso a la información, sino a que comprende el contexto. Un ejemplo sencillo es el transporte. Más que nada y nadie en el mundo, nuestro móvil es quien pasa más tiempo con nosotros. Eso le permite saber nuestros pasos, nuestras rutinas. Y, lo más importante, darle un contexto, combinándola con los datos de otros millones de personas para crear la red de transporte más eficaz. Lo mismo con la energía: los hogares inteligentes, que controlamos con el smartphone, tendrán acceso a nuestras costumbres y serán capaces de acceder a la red eléctrica en los momentos de menor demanda (y precio más bajo), para no saturar el sistema.

Finalmente, la pobreza. Solo en nuestro país hay más de 700.000 personas analfabetas. La mayoría de ellas, son mujeres. Aún así, casi todas ellas tienen móviles inteligentes. Un sistema de IA capaz de salvar la distancia y hacer comprensible lo que está escrito, permitiría el acceso a la educación a mucha gente alrededor del planeta. Y el conocimiento es el primer paso para erradicar la pobreza.

 

Este artículo ha sido escrito por Fabio Arena, product marketing manager en Huawei Consumer Business Group Spain



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