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ChatGPT sopla las velas un año después de revolucionar el paradigma tecnológico moderno

El chatbot basado en la inteligencia artificial generativa de OpenAI no solo ha batido récords de registro, sino que ha abierto la puerta a un nuevo mundo de posibilidades. Así ha envejecido a ojos de Ignacio Cobisa, analista de IDC.

chatgpt

365 días después, el mundo parece otro. Fue el 30 de noviembre del pasado año cuando una de las firmas más codiciadas de Silicon Valley presentaba en sociedad ChatGPT, el chatbot de inteligencia artificial (IA) que pasaría a convertirse en el icono pop del siglo XXI. La tecnología detrás de OpenAI ha logrado traspasar cualquier límite prestablecido, romper con el modelo productivo de empresas y organizaciones y situar la IA en boca de todos. Aunque la innovación es cana, ha sido el aumento de la capacidad de computación, su cercanía con el lenguaje natural y su capacidad para retroalimentarse de respuestas lo que le ha permitido revolucionar la escena actual. Y es que este chatbot ha servido como antesala a un sinfín de plataformas, aplicaciones y herramientas que, en conjunto, han supuesto una verdadera disrupción, un punto de inflexión.

“El éxito incuestionable de ChatGPT ha servido para aumentar el interés ya existente en torno a la IA, fuese o no generativa, en todos los ámbitos: social, empresarial y tecnológico”. Así lo afirma Ignacio Cobisa, analista de la firma de análisis e investigación IDC, en el marco de la celebración del primer aniversario del chatbot. Pero eso no ha sido todo; y es que la tecnología ha logrado calar en lo más profundo de la agenda política.

De hecho, la regulación de la IA conforma una de las grandes medidas estrella del actual Gobierno de España, que está acelerando los esfuerzos puestos en marcha durante la anterior legislatura para aprobar la Ley de Inteligencia Artificial durante la presidencia española del Consejo de la Unión Europea, a punto de llegar a término. En este sentido, recuerda Cobisa, “desde el punto de vista sociopolítico se ha generado bastante debate respecto a las implicaciones éticas y regulatorias de la IA generativa”. El principal escollo en este ámbito, cita, tiene que ver con “aclarar la parte de propiedad intelectual de las creaciones de la IA generativa”.

 

Se hace camino al andar

Hoy día, la IA ya forma parte del abecé popular, y cada vez son menos quienes se resisten a abrazar la tecnología. “Más allá del hype que podamos estar generando entre todos, la capacidad de generar valor de la IA en general, y de la IA generativa en particular, es real. Ya estamos viendo los primeros ejemplos”, comenta el analista. Mientras que en sus inicios el chatbot solo podía realizar tareas como responder preguntas y mantener una conversación realista con un usuario, en poco tiempo sorprendió por la naturalidad de sus respuestas y por su capacidad para generar y enlazar ideas y recordar las conversaciones previas. Con el devenir del tiempo, OpenAI apostó por ampliar sus capacidades; en la actualidad admite entradas no solo de texto, sino también de imágenes y voz.

Además, se ha conectado a Internet para ofrecer respuestas basadas en información actualizada, en tiempo real. También ha incrementado las tareas que realiza, como la codificación, y con el nuevo modelo GPT-4, la redacción de un subtítulo, un análisis o una clasificación a partir de una imagen y la redacción y gestión de un texto más largo, todo ello con una mejora general en la capacidad de razonar y seguir instrucciones. Se trata, por tanto, de una tecnología en constante perfeccionamiento que además de ventajas, también ha traído consigo nuevos riesgos.

 

 

De ella se ha dicho, incluso, que podría llegar a poner en jaque la continuidad de la humanidad. Sin embargo, entre los principales desafíos que ha puesto de manifiesto se encuentran la gestión de la privacidad de los datos, la irrupción de nuevas técnicas y protocolos para perpetrar ciberataques o el entrenamiento de los modelos de IA para evitar incurrir en sesgos y ‘alucinaciones’.

En este contexto es inevitable inferir que todavía queda camino por recorrer. Según Cobisa, “las encuestas de IDC nos reportan que 6 de cada 10 usuarios de contact center en España han tenido experiencia con chatbots, sin embargo, sólo un 14% declaran estar satisfechos o muy satisfechos con la experiencia. Por tanto, existe gran capacidad de mejora”, advierte. Desde el punto de vista de creación de valor empresarial, continúa, “a pesar de todo lo que se habla de la IA generativa, está casi todo por hacer”. “Desde mejorar en confianza digital en el uso de este tipo de tecnología hasta aterrizarla en casos de uso específicos”.

 

En términos de adopción

En lo relativo a la adopción de la tecnología, las cifras demuestran como el ser humano es más proclive a introducir nuevos avances tecnológicos en su rutina. Desde su desembarco en España, ChatGPT ha pegado un estirón considerable: mientras que en diciembre de 2022 la empleaban 1,4 millones de usuarios, en diciembre de 2023 suma más de 4 millones. Unos números que evidencian cómo la citada tecnología se ha convertido en un aliado personal y corporativo gracias al vasto abanico de posibilidades que presenta.

En cuanto a las preferencias de los usuarios, asegura GfK DAM, compañía especializada en la medición del consumo digital, estos muestran un interés mayor por el ordenador en lugar del smartphone u otros dispositivos a la hora de utilizar la IA generativa. Concretamente, el PC suma más de 2,9 millones de usuarios únicos mensuales, mientras que 1,7 lo hacen desde el móvil. Además, cada persona dedica una media de casi 2 horas al uso de ChatGPT desde su ordenador, frente a solo 12 minutos desde el móvil.

La generación Z, de nativos digitales, representa el sector  de la población más acérrimo a ChatGPT. Y es que los usuarios de entre 16 y 24 años superan en un 144% la media poblacional. Le siguen los millennials, con un 63% de afinidad. El uso de ChatGPT ha logrado traspasar la barrera académica y laboral; y es que se observa un descenso importante de su uso durante la temporada estival, momento en que estudiantes y gran parte de los trabajadores disfrutan de unas merecidas vacaciones. Cabe destacar así que en los meses de julio y agosto el consumo se sitúa en torno a 2,7 millones de usuarios, mientras que en mayo se registraron más de 4,2 millones de personas.

En cuanto a la igualdad de uso, el sistema es muy popular entre hombres y mujeres, aunque el consumo por parte de los hombres es algo superior, con 2,2 millones frente a los 1,8 millones de mujeres. Sin embargo, estas cifras bastante paritarias comienzan a suturar la brecha que tradicionalmente ha existido entre ambos sexos en lo relativo al uso de la tecnología. Además, en clave económica, se observa que los ciudadanos de clases sociales más altas son más activos en su utilización, dedicando más de 2 horas al mes de media al sistema.

Sea como fuere, lo cierto es que ChatGPT ha llegado para quedarse. ¿Cómo evolucionarán las cosas de aquí al próximo cumpleaños?



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