Entrevista
Chips
Unión Europea
España

“Debemos actuar en bloque; es decir, construir una política común industrial en materia de semiconductores”

Tomamos el pulso al ecosistema español y europeo de los semiconductores de la mano del presidente de la AESEMI. Una entrevista que ensalza la cooperación europea como vía de éxito hacia el liderazgo, la independencia tecnológica y la soberanía de los chips.

Danny Moreno
Danny Moreno, presidente de la Asociación Española de la Industria de los Semiconductores, en entrevista para ComputerWorld.

Los semiconductores se han convertido, sin comerlo ni beberlo, en la gran moneda de cambio de las sociedades modernas. Quien domina su diseño y fabricación posee, sin lugar a dudas, una ventaja competitiva sobre el tablero de juego. Por ello no es de extrañar que gobiernos, administraciones y corporaciones de diversa índole hayan emprendido una carrera contrarreloj para dominar esta tecnología. En la batalla por la soberanía de los semiconductores, la independencia tecnológica y el liderazgo global se alzan como las principales conquistas a conseguir. Tomamos el pulso al ecosistema español y europeo de los chips de microelectrónica de la mano de Danny Moreno, presidente de la  Asociación Española de la Industria de los Semiconductores (AESEMI). Un tête à tête que repasa desde los desafíos que encara la industria hasta las posibilidades del PERTE Chip español, sin perder de vista la alianza europea que marca el compás a seguir. Una hoja de ruta cimentada, para Moreno, en la cooperación continental. En lo que a semiconductores respecta no hay individualismo, grandes nombres propios o marca país, es una cuestión de poderío europeo.

 

Los semiconductores se han perfilado, en estos últimos años, como una de las tecnologías más críticas. Como presidente de la Asociación Española de la Industria de los Semiconductores, ¿a qué cree que se debe esta cuestión?

La industria de los semiconductores ha sido, desde hace más de cinco décadas, estratégica. Podríamos decir, de hecho, que lo ha sido siempre. Tanto a nivel civil, como militar, en lo referido a la salud, a la electricidad, todo absolutamente cuenta con tecnología de semiconductores. No obstante, cabe mencionar que se hizo muy evidente que se trataba de una tecnología estratégica cuando las plantas de producción comenzaron a pararse. La conciencia de que todo nos rodea de semiconductores es nueva, pero hace mucho tiempo que esto es así, que se trata de una tecnología estratégica. Lamentablemente todos los países optaron por trasladar, por cuestiones de precio, su producción, que no diseño, hacia el sudeste asiático concentrándola en Taiwán y Corea del Sur, una decisión que ahora se pretende revocar acercando la producción a Europa.

 

Según un informe de la consultora tecnológica Gartner, los ingresos mundiales por semiconductores apenas crecieron el pasado año 2022. Si su dominio resulta, digamos, crucial en la actualidad, ¿qué obstáculos encontró la industria para ver ralentizado su crecimiento?

El obstáculo más grande de crecimiento está relacionado con la complejidad de los propios semiconductores. No dependen de un país, ni de un continente, sino de muchos; y ese ecosistema a nivel mundial es muy complejo. La materia prima, la infraestructura, el talento, todo afecta. Además de los tiempos que maneja la industria, cubrir la demanda no es una cuestión que podamos abordar de un día para otro, toma tiempo, concretamente de 3 a 5 años. Los resultados de aquello que hagamos ahora los veríamos en 2026.

 

Si estos son los retos que heredamos en 2023, ¿cuáles diría que son las tendencias que imperarán los próximos doce meses en la industria global de los semiconductores?

Las tendencias actuales pasan por reforzar tecnologías nuevas y de vanguardia como la inteligencia artificial (IA), la computación cuántica, el Internet de las Cosas (IoT)… Poner el foco en todas esas tecnologías que ya se están implantando y que la Covid-19 adelantó un montón de años. Hay que continuar invirtiendo en tecnología.

 

¿Qué hoja de ruta se han marcado desde la AESEMI para este ejercicio?

Este 2023 es el primer año que tenemos fondos del PERTE asignados, por lo que realmente va a ser un año de trabajo duro para sacar adelante todos los instrumentos para hacer realidad las inversiones. Durante este año nuestra labor principal va a pasar por continuar trabajando con las administraciones públicas como lo hemos estado haciendo en el pasado, pero reforzando estas relaciones para que entiendan bien cómo es el ecosistema, qué barreras hay, qué incentivos se deben trabajar o qué es lo que necesita la industria realmente. Así es como intentaremos que los instrumentos, las convocatorias y las inversiones sean exactamente lo que necesita la industria española en este momento.

 

Una de las apuestas estrella de la Administración de Sánchez ha sido el famoso PERTE Chip. Teniendo en cuenta que aglutinan expertos y experiencia más que demostrada en la industria, ¿contó el Ejecutivo con la perspectiva de la AESEMI a la hora de impulsar la iniciativa?

El PERTE es un proyecto que se llevaba gestando años, no fue una cosa que se publicara en el momento. La AESEMI fue fundada a finales de 2021, por lo que realmente echa a andar después de que se empezara a trabajar en el propio PERTE. No arrancamos al principio de los trabajos del PERTE, pero sí es verdad que  desde que se ha publicado hemos intensificado los contactos y digamos que mucho de lo que hay en el PERTE incorpora cuestiones y recomendaciones en las que trabajamos desde la AESEMI.

 

"No creo que España tenga que estar compitiendo con otros países para atraer la fabricación, sino ponerse de acuerdo y distribuir de forma lógica y estratégica dónde emplazar cada parte del ecosistema de los semiconductores"

 

Como todo gran plato fuerte, el PERTE cuenta con seguidores acérrimos y detractores confesos. ¿Qué opinión le merece a usted?

El PERTE quiere fortalecer todo el ecosistema de semiconductores para convertirnos en una potencia. Si me preguntan qué parte [de toda la industria] es más importante, la respuesta es compleja, aunque sin duda el diseño y la producción en Europa juegan un papel fundamental por la seguridad estratégica. Si es en España, mejor, pero como comunidad europea tenemos que impulsar la fabricación para no depender del sudeste asiático que es políticamente inestable. A nivel de país, quizás, tiene más relevancia poner el foco en el diseño, porque somos nosotros mismos quienes creamos nuestra propia propiedad intelectual. Esto implica que podemos crear inventos nuevos que nos hagan diferentes a los otros países, por lo que podemos exportar tecnología y hacer crecer la industria tecnológica nacional siendo reconocidos y aportando valor añadido a la economía mundial.

 

¿No cree que hay grandes cantos de sirena en torno al PERTE Chip español?

España pertenece a la comunidad europea y a la Eurozona, su compromiso es coordinar este desarrollo estratégico. No podemos resolver solos lo que le corresponde al continente. Se deben fomentar las alianzas con Europa para robustecer la estrategia de independencia tecnológica que nos garantiza que no se rompa la seguridad industrial que necesitamos. Más allá del PERTE, dependemos de Europa para atraer la fabricación. Si lo hacemos desde cero tardaríamos de 15 a 20 años, por lo que necesitamos apoyarnos ahí para atraer empresas con experiencia y bagaje que cuenten con la tecnología para producir semiconductores y que lo hagan en España como complemento de todo el ecosistema con el que ya contamos como nación.

 

¿Considera que España, como marca país, en relación a otros competidores como Alemania, Francia o Italia, tiene la capacidad de aterrizar aquí la política de fabricación que pretende el PERTE?

Nosotros no vemos competidores, vemos aliados. Sería muy corto de miras creer que hay que competir con Alemania o con Francia, no es una competencia, es una alianza de la comunidad europea que debe ponerse de acuerdo en dónde ubicar estratégicamente las fábricas según le convenga a Europa como potencia y continente. No creo que España tenga que estar compitiendo con otros países para atraer la fabricación, sino ponerse de acuerdo y distribuir de forma lógica y estratégica dónde emplazar cada parte del ecosistema de los semiconductores. Como comunidad europea tenemos que ser un solo bloque en el que se tengan en cuenta las conveniencias globales más allá de las predisposiciones de las empresas fabricantes.

Hay cierta tendencia a verlo de manera simple, a creer que hay tres actores y que cuando se establezcan el campo de juego estará completamente cerrado. Sin embargo, la realidad es que el ecosistema de producción de semiconductores y todos los servicios asociados a esa producción es tremendamente complejo y transversal. Tenemos que ser conscientes de lo que está produciendo cada país para encontrar los puntos que nos faltan en la cadena de suministro y rellenarlos entre todos, es decir, construir una política común industrial en materia de semiconductores. Tenemos que articular un ecosistema de producción común para dar respuesta a las necesidades actuales y futuras. Una única planta [de fabricación] en la Unión Europea no va a conseguir hacerlo. No hay que verlo como una competencia, sino como una distribución coordinada de las necesidades productivas entre las potencias europeas.

 

Dirigiendo el foco a la escena internacional, ¿qué posición estratégica diría que ocupa Europa en la actualidad en la batalla por el liderazgo de esta tecnología crítica?

La decisión política pasa porque el Viejo Continente aumente su producción, explotando el diseñado y hecho en Europa. El objetivo de duplicar la capacidad actual es importante, es un reto que creo que se va a lograr con el interés político, el presupuesto existente y el talento. Europa va a tener un desarrollo y una importancia clave en todo el ecosistema mundial de semiconductores.



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