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El buen momento de Indra

Indra ha presentado a sus accionistas unos resultados tan excelentes —alcanzando en dos años los objetivos estimados para tres, con ingresos en el último ejercicio económico de 113.521 millones de pesetas y beneficios netos de 6.377 millones; con un incremento de la facturación, durante el primer trimestre del presente ejercicio, del 47%, disponiendo de una cartera de pedidos de 180.000 millones de pesetas— que es lógico que consideren asequibles los objetivos previstos para el 2001, de aumentar el 18% el beneficio neto y también el 18% los ingresos procedentes de las Tecnologías de la Información. Y esto, sin entrar en consideraciones sobre la revalorización de la compañía desde la oferta pública de venta, que la sitúan entre las diez primeras empresas europeas de servicios de Tecnologías de la Información, por capitalización bursátil. Habiéndose superado ostensiblemente los ambiciosos objetivos fijados por la compañía, son más fácilmente asumibles los pronósticos hechos por su presidente, Javier Monzón, esperando mantener para los próximos años una progresión similar, ayudados por las posibilidades que brinda el mercado latinoamericano. Asimismo, atraen especialmente la atención las manifestaciones del propio presidente en torno al informe que la compañía está realizando sobre empresas de TI de un tamaño análogo al de Indra, tanto del mercado europeo como del norteamericano, con el propósito de comprobar cuál de ellas reúne condiciones adecuadas, a fin de estudiar la posibilidad de un acuerdo de colaboración, fusión, o compra. Se espera que la finalización del informe tenga lugar en el próximo otoño para, seguidamente, comprobar si la operación es factible y, siendo considerada por el presidente como lo mejor para Indra por su potencial de futuro, estudiar su materialización para el próximo año. El equipo directivo de Indra tiene la virtud de ir jalonando la eficacia de su gestión con la consecución de resultados y con decisiones que generan credibilidad en sus accionistas, y temor y respeto entre sus competidores. La actual buena andadura de la compañía es elocuente y sus gestores son conscientes de que la anticipación en posicionamientos en el mercado y en una oferta de servicios lo más completa posible, son bazas que conviene jugar permanentemente porque la variable tiempo puede ser decisiva. Con esta filosofía, no dudan los gestores en quemar etapas cuando el estudio económico evidencia la rentabilidad de una acción concreta de adquisición o de acuerdo de colaboración. Como últimos ejemplos de ésta norma de actuación está la compra de una empresa con buena ubicación estratégica en Cataluña, y el acuerdo con una portuguesa para potenciar la actividad en aquel mercado. Saben, y pueden.

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