Javier Solá, Director de la Asociación de Usuarios de Internet

"Internet es un nuevo canal de distribución lleno de expectativas"

Mientras Internet continúa su imparable evolución en campos como la navegación virtual o el correo electrónico, importantes compañías de todo el mundo trabajan arduamente para proporcionar un marco adecuado que definitivamente ofrezca las condiciones necesarias para el comercio electrónico. En España hay novedades, acuerdos importantes y algún que otro intento fallido por atraer al gran público. A juicio de la Asociación de Usuarios de Internet, y según manifiesta su director, lo fundamental es ir ganando confianza y, por el momento, asumir cuáles son los productos "vendibles" en modo on-line.

¿Cómo es la situación actual que se aprecia desde la asociación por lo que respecta al mundo del comercio electrónico?

- Por el momento, estamos en una fase de "prueba y fallo". Por ejemplo, se ha descubierto paulatinamente que existen productos que no se compran a través de Internet. Es el caso de los productos del supermercado, ya que la gente prefiere comprar esos productos físicamente, en el propio establecimiento, elegirlos, ... Caso similar es el de aquellas cosas que es necesario "probarse".

¿Qué tipo de productos, entonces, son más susceptibles de ser adquiridos on-line?

- Por el momento, se trata de productos que podríamos denominar "a prueba de fallos", o también aquellos que permiten simplificar la venta. También la informática se vende bien, ya que los usuarios de Internet entienden por lo general lo suficiente de informática como para no necesitar acudir a la tienda si ello no es necesario.

Ha dicho usted "por el momento" ¿significa eso que la situación va a cambiar?

- Es lo más previsible. En primer lugar porque estamos en una etapa de continua evolución en el mundo de Internet. Y, por otra parte, a nivel demográfico y social, también es de esperar un cambio drástico: según los datos que la Asociación maneja en estos momentos, el 75% de los usuarios españoles de Internet son hombres, de unos 35 años de edad, clase media alta en su mayoría y con cultura elevada y conocimientos de informática. Pues bien, por otra parte, estudios sociológicos afirman que el 90% de las decisiones de compra doméstica parten de la mujer. Eso arroja una importante contradicción porque, mientras casi siempre es la mujer quien decide, lo cierto es que los catálogos on-line se encuentran en manos del hombre. Eso es lo que, necesariamente, tiene que cambiar.

¿Y cómo cree que cambiará?

- Fundamentalmente, a medida que la introducción de Internet sea mayor, habrá un mayor número de mujeres, y eso puede contribuir. Pero también descenderá la media de edad y, aunque el poder adquisitivo medio será menor, el abanico de productos potencialmente asequibles desde Internet aumentará, a medida que aumente la diversidad de usuarios. Por el momento, Internet es un canal de distribución que llega a más gente, pero el tipo de productos es muy selectivo.

De todo lo que usted dice ¿podría deducirse que el 97 será un año de despegue para el comercio electrónico en nuestro país?

- Desde luego se va a producir un importante aumento en el número de usuarios. Según las cifras del EGM, se ha pasado de unos 30.000 usuarios a principios de 1996 a más de 160.000 en la actualidad. Si bien es cierto que hay muchos más, la mayoría de ellos son usuarios exclusivamente de correo electrónico, por lo que esta cifra sería más adecuada para definir a los compradores potenciales. Es decir, a los usuarios potenciales de comercio electrónico.

Existe además un clima de desconfianza, que también habrá de superarse. ¿Que hace falta para que esto se produzca?

- Desde luego, yo tengo la convicción de que en España se ha exagerado mucho este aspecto, hablando -sin conocer en muchos casos- de unas lagunas en seguridad que nosotros no consideramos que sean así. La gran parte de los delitos de fraude, por ejemplo, con el número de tarjeta de crédito, se producen debido a que algún empleado del propio vendedor haga uso de estos números, pero los delitos cometidos por terceros representan una parte ínfima del total. E incluso esto está siendo ya neutralizado, a través de la definición de una serie de estándares (SET) que permitirán que ni siquiera el empleado del establecimiento que vende tenga acceso a los números, recibiendo tan sólo la confirmación del pago por parte del propio banco del comprador. Con esto ya se habrá ganado mucho en seguridad.

¿Cómo está la situación respecto a SET, el estándar de seguridad?

- Según los datos que manejamos nosotros, durante este año estarán terminados los trabajos de desarrollo del estándar pero, por supuesto, luego habrá de acometer los trabajos de implementación, con la definitiva sustitución de la tarjeta de banda magnética por la tarjeta chip. Eso también llevará su tiempo, y será necesario crear confianza en su efectividad y su seguridad. Luego llegarán las aplicaciones, se estandarizarán. Nosotros calculamos que, hasta dentro de dos o tres años, no se podrá funcionar sólo con tarjetas de chip integrado.

¿Se están llevando a cabo en España trabajos específicos en este sentido?

- Por el momento, en España se sigue la corriente de los otros países. De hecho, por el momento tan sólo se ha implementado ya un sistema de este tipo de Dinamarca. Pero tanto CECA como 4B como la SERMEPA están trabajando en lo que se ha dado en denominar "autoridades de certificación", que serán las encargadas de certificar las firmas electrónicas. Esto permitirá ampliar sumamente el espectro del comercio electrónico, ya que será posible no sólo adquirir productos físicos, sino también servicios. La banca electrónica, por ejemplo, comienza a fundirse con el mundo del comercio electrónico.

¿Y qué postura se detecta en aquellas compañías españolas, grandes corporaciones y multinacionales, para las que el comercio electrónico podría suponer, en principio, importancia estratégica?

- Hace algunos meses, con motivo del boom de Internet, algunas empresas comenzaron a invertir en servicios on-line, pero en poco tiempo esos servicios pasaron al olvido. Y, además, ello no parece haberles preocupado en exceso. Sin entrar en casos concretos, lo cierto es que no parece que estas grandes corporaciones estén dispuestas a invertir el dinero suficiente para que funcione. Hay que tener en cuenta que, por ejemplo, aunque una tienda física no invierta en publicidad, estando situada en un emplazamiento concurrido gana desde el principio muchos clientes potenciales; sin embargo, en el mundo de Internet, al ser todo virtual, si no te anuncias no existes. Por ello la publicidad es fundamental, pero no parece que el la empresa española se dé cuenta de ello.

¿Significa eso que hay poco movimiento?

- Significa que hay pocas empresas -desde luego, muchas menos de las que sería deseable- dispuestas a invertir el dinero suficiente para crear en España un centro de comercio electrónico.

Se aprecian dos tipos de usuario diferenciado, el usuario doméstico y la empresa ¿por dónde arrancará en España?

- Las compras por medio de redes como Internet tenderán a ser, al menos al principio, compras pequeñas, ya que, dado que al fin y al cabo es difícil saber quien está detrás de la venta, en compras pequeñas se asume el riesgo. Luego, irá entrando en España una tendencia que comienza a verse ya en países como Estados Unidos, y que aparece como consecuencia de un importante crecimiento en la confianza por parte del usuario. Todo ello desemboca en el hecho de que las compras son ya de mayor envergadura.

Esta confianza habrá de ser fruto de un alto nivel de satisfacción. ¿Manejan ustedes alguna cifra?

- Sí. Un estudio efectuado por dos sociólogos en Estados Unidos revelaba que el 88% de los usuarios de comercio electrónico se mostraban satisfecho

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