A toda marcha

Conmutación de alta velocidad

Los directores de red y los médicos se encuentran con frecuencia en una situación parecida: El mismo tratamiento que salva la vida de un paciente puede producir efectos secundarios que causan toda una serie de nuevos problemas. Algo parecido sucede con la tecnología de conmutación o “switching”. La misma tecnología que ha ayudado con éxito a los directores de red a superar congestiones de anchura de banda, tanto internas en grupos de trabajo como entre sub-redes, ha dado lugar a una nueva serie de problemas y desafíos de gestión. Y muchas de esas cuestiones de gestión están apareciendo justamente ahora, cuando la utilización de conmutadores o “switches” continúa penetrando cada vez más en la infraestructura de TI corporativa. La conmutación va acompañada de nuevos problemas, mientras se intenta determinar la forma de monitorizar el tráfico ahora que cada dispositivo tiene su propio segmento virtual. Esto afecta también a la forma en que se hacen las cosas, por ejemplo en el caso de la detección de intrusiones. Hace años, era posible generalmente utilizar una ruta de seguimiento entre dos máquinas cualesquiera en el mundo y ver exactamente qué dispositivos había entre ellas, pero ahora, con la conmutación, hay dispositivos que no aparecen en una ruta de seguimiento. Como consecuencia de esto, los fallos en conmutadores pueden parecer fallos en nodos IP, cuando en realidad no lo son. Y, además, la llegada de la conmutación ha introducido en la red corporativa una nueva infraestructura lógica que se difunde a través de la estructura de los dominios de direccionamiento IP, lo cual ha sido un obstáculo a la capacidad de los directores de red para monitorizar los niveles de servicio en base a definiciones de departamento/subred convencionales. En consecuencia, el aumento de la conmutación ha originado una nueva generación de herramientas de gestión de red que ayudan a los técnicos a afrontar estos desafíos, permitiéndoles correlacionar las alarmas de dispositivos con el fin de localizar mejor las causas originales, o para monitorizar los niveles de servicio sin depender de esquemas de subredes IP. Estas nuevas herramientas han adquirido una importancia esencial para hacer frente al principal efecto secundario de cualquier tratamiento que aumente significativamente la flexibilidad de la red: el aumento de la complejidad. Mientras se enfrentan a la complejidad de dominar y controlar un entorno conmutado, los directores de red deben tener cuidado de no pasar por alto el aumento de la flexibilidad y control que ese tipo de entorno puede ofrecer. Esta flexibilidad y control se manifiesta en varias áreas, y sobre todo en las redes LAN virtuales o VLAN, en la Calidad de Servicio y en la convergencia. Generalmente, las redes VLAN están basadas en segmentos o en puertos, lo cual requiere que los administradores de red definan manualmente las asociaciones VLAN que forman los dominios de transmisión, basándose en funciones organizacionales y no en accidentes de localización física o asignación de direcciones IP. Las redes VLAN permiten que las topologías de red se ajusten a la forma en que son utilizadas realmente por la empresa, y no a cómo las haya estructurado un diseñador de redes. También puede utilizarse el mayor grado de inteligencia incorporado a los conmutadores y al software de gestión de redes para ayudar a definir automáticamente las configuraciones VLAN en la empresa. La calidad de servicio o QoS (Quality of Service) es posiblemente un beneficio potencial aún más atractivo e importante para una empresa. Mientras que las redes VLAN controlan el tráfico de red sólo de forma no diferenciada y sólo dentro de un conjunto de usuarios estrictamente definido, la calidad del servicio permite una priorización granular o detallada de las diversas aplicaciones que recorren la totalidad del entorno de proceso de una empresa. En realidad, en algunos aspectos, lo que en realidad está sucediendo en el mercado de productos de conmutación puede ser considerado como un esfuerzo para aportar algunos de los beneficios de la comunicación basada en conexiones (como ATM) a la tecnología IP, en la que no hay conexiones. A menos que haya una especie de constatación de que existe una conexión sostenida, no habrá en realidad una calidad de servicio que mantener. Por lo tanto, la conmutación es absolutamente esencial para aportar calidad de servicio a la tecnología IP. Además, al irse haciendo más diversa la mezcla de tráfico en las redes de empresa, resulta más visible la importancia de una priorización selectiva. La convergencia es el motivo principal por el que estas actuaciones inteligentes deberán ir en aumento. La mayoría de los observadores coinciden en que, tarde o temprano, las redes no sólo transportarán una amplia variedad de aplicaciones de datos, sino que también transmitirán contenido de voz y multimedia a través de esas mismas conexiones. Esto significa que los mecanismos de Calidad de Servicio deberán ir más allá de simplemente “marcar” paquetes para priorización, y deberán ofrecer en realidad controles de anchura de banda reservada y de latencia. Una cuestión de política En realidad, mirando más allá de las herramientas QoS actuales y sus limitaciones, tanto los vendedores como los usuarios están comenzando a considerar la posibilidad de utilizar una estructura de conmutación inteligente a nivel de empresa para crear un enfoque en base a una “política” para la gestión QoS, así como para otros aspectos del funcionamiento de una red, como la seguridad. Bajo un esquema de gestión en base a una política, los administradores de red podrían definir una amplia variedad de reglas de priorización basadas en criterios como la aplicación, el usuario, la hora del día y otras condiciones existentes en el entorno de proceso. Así, por ejemplo, al acceso por el departamento de contabilidad a los datos financieros corporativos podría asignársele la máxima prioridad en los últimos días del trimestre, mientras que quedaría relegado a un estado algo más bajo durante el resto del tiempo. Sin embargo, para poder alcanzar esos controles granulares, deberán suceder dos cosas: que el sector de redes desarrolle estándares para la definición y puesta en vigor de normas y políticas, que puedan ser aplicados en entornos de proceso heterogéneos, y que los conmutadores posean la inteligencia para responder a estos controles de política. Los vendedores de hardware están siendo claramente presionados para que hagan realidad esta última condición. Los fabricantes comprenden que una gran parte del valor que tendrán que ofrecer al avanzar no va a estar en el hardware, ya que los ASICs seguirán siendo ASICs. Los vendedores deberán diferenciarse cada vez más frente a la competencia en base a lo que pueda hacer el conmutador con toda la nueva información disponible sobre el tráfico existente en la red. La actividad es cada vez más intensa respecto al primer requerimiento, es decir, el desarrollo de estándares de gestión basados en una política y que puedan aplicarse a arquitecturas de conmutación a múltiples niveles. Lo que sucede es que a las redes se les está pidiendo demasiado para que puedan permanecer mucho tiempo tal como son ahora. El aumento vertiginoso en el volumen de tráfico, la mayor diversidad de los tipos de servicios, y la mayor importancia y criticidad de esos servicios para la cuenta de resultados corporativa, están llevando al sector de la conmutación a unos niveles de sofisticación cada vez más altos. Por lo tanto, no deberá resultar sorprendente que los directores de red que participan en las “terapias intensivas” de red que se están aplicando para tratar la nueva situación clínica en que se encuentran las infraestructuras tecnológicas de empresa terminen por sufrir uno o dos efectos secundarios. Conmutación Gigabit Ethernet La conmutación o “switching” Gigabit Ethernet parece haberse convertido ya en un producto de uso corriente. La realidad es que esta solución de alta velocid

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