El debate está servido con la nube soberana

Desde hace años, Europa, históricamente en desventaja con respecto al sudeste asiático y Estados Unidos, se está convirtiendo en un bloque que apuesta por generar grandes jugadores tecnológicos y por desarrollar su economía y soberanía digital a golpe de legislación. Más allá del reciente acuerdo al que han llegado los 27 países miembros en materia de inteligencia artificial (IA) coincidiendo con la presidencia semestral española del Consejo Europeo, se podría decir que el germen se sitúa en 2018, con la entrada en vigor del Reglamento General de Protección de Datos (GDPR, de sus siglas inglesas). Este marca el tratamiento y la protección que las organizaciones y ciudadanos deben hacer de la información que se genera dentro del Viejo Continente, chocando, no en pocas ocasiones, con su colega norteamericano. Prueba de ello es que hasta en dos ocasiones se ha dado por anulado el acuerdo de trasvase de datos entre las dos geografías, y el nuevo cuenta con no pocos detractores.

Con la ascensión de la nube como elemento tecnológico de facto, los principales hiperescalares estadounidenses han iniciado una carrera por adecuar sus soluciones a las vicisitudes europeas de privacidad, residencia y seguridad de la información. Pero, un nutrido grupo de empresas locales, más pequeñas, han alzado la voz diciendo que estos intentos no son válidos, con argumentos que van desde que la confianza la aporta la nacionalidad del proveedor de servicios, hasta aquellos que aseguran, no sin razón, que Cloud Act –la ley americana al respecto– permite a sus autoridades exigir a sus organizaciones, en determinados supuestos, el acceso a datos generados en Europa. Por el contrario, estas multinacionales hacen gala de esfuerzos de transparencia y tiran de su potente oferta para aunar el binomio servicios y seguridad y que los clientes no tengan que elegir entre una u otra.

El equipo de redacción de ComputerWorld da voz a todas las partes implicadas en este especial de contenidos, que testa el estado actual del mercado cloud en nuestro continente. Lo cierto es que ‘lo digital’ ha entrado de lleno en la agenda política de todos los países como elemento tractor de sus economías. Y nadie quiere perder el tren –de nuevo–.  Lo normal, con herramientas tan novedosas y con una capacidad tal de innovación como la nube y la propia IA generativa, es que no llueva a gusto de todos. Las estrategias son diferentes –en estas páginas se pueden comparar– y los más críticos han recogido el mantra que dice, con cierto tono burlesco, que Estados Unidos desarrolla la tecnología, China la implementa y Europa la regula. El debate está servido.