El SIMO como protagonista

La decana de las ferias monográficas españolas

El popular SIMO ha venido desempeñando una labor fundamental en la difusión de las Tecnologías de la Información en España. Desde 1961, la cita con esta feria ha llegado puntualmente año tras año. Ese gran escaparate ha mostrado lo último del momento. Desde las máquinas de escribir electrónicas, hasta el microordenador. Después vendrían las redes de área local, y más tarde, Internet. De ahí a la movilidad y lo inalámbrico, tendencias que han inundado la última edición de la feria.

Los modestos 43 expositores de 1961 se han convertido en 864 en esta edición de 2003. De las escasas 1.600 personas que visitaron los 1.000 metros cuadrados que ocupaba el primer SIMO, hasta los cerca de 280.000 visitantes de este año, la evolución ha sido constante. El éxito renovado durante 43 ediciones han situado a SIMO TCI entre las tres primeras ferias del sector a nivel internacional, junto a la alemana CeBIT y la italiana SMAU. Este salón ha escrito muchas de las páginas de la historia de las Tecnologías de la Información (TI) en nuestro país.
La idea nació durante la celebración de unos cursos de mecanización administrativa organizados por la Cámara de Comercio de Madrid en 1960. A esos cursos asistían funcionarios y personal del departamento administrativo de las empresas para conocer los últimos avances en máquinas de contabilidad y máquinas de escribir. Luis Alberto Petit, director de SIMO entre 1961 y 1993, un testigo privilegiado de los orígenes de SIMO, cuenta que entonces se les ocurrió “que había que permitir que aquellas personas pudieran tener la oportunidad de manejar esas máquinas que estábamos explicando. Así surgió la idea de hacer una presentación”. De ahí viene el primer nombre de SIMO: Salón Informativo de Material de Oficina. La i de SIMO luego se transforma en internacional cuando fue reconocida como feria oficial por la Administración pública, en 1963. La entidad organizadora era la Fundación CITEMA (Centro de la Informática, Telecomunicaciones y Medios Afines).
La evolución de SIMO “es una historia muy larga. El primer año el número de expositores era pequeño. España tenía un sistema de distribución de los equipos muy especial. Salvo IBM y algún otro, las demás marcas estaban en manos de agentes oficiales y representantes. Por eso, el número de expositores en la primera edición era de 43”, explica Alberto Petit. Eso no significa que sólo hubiera 43 marcas representadas, porque cada expositor representaba a varias casas. Aquella primera exposición tuvo menos de 1.000 metros cuadrados de superficie y unos 1.600 visitantes. Al año siguiente en la feria se puede ver el 1401 de IBM y la gama 60 de Bull. En 1963 SIMO ya tenía 80 expositores y se presentaba una máquina de escribir llamada Esferdín. En 1965 se presenta el IBM 3640. En la siguiente edición entre las novedades estaba el ‘coche oficina’, un automóvil de Barreiros con una máquina de escribir y un teléfono móvil con una antena que salía por encima del coche. En 1975 surgen los miniordenadores, y los primeros microordenadores se vieron en la edición de 1983. “Al mismo tiempo se va produciendo, lo que es más importante, la convergencia del mundo de la informática y el mundo de las telecomunicaciones a partir de los años 80. Al final de los años 80, las redes. En 1993 aparece por primera vez la palabra Internet en el SIMO”, recuerda Petit.
Durante las tres primeras ediciones, desde 1961 a 1963 la feria se celebró en el Palacio de Cristal del Parque del Retiro madrileño. Durante los seis años siguientes tiene lugar en un desaparecido palacio de ferias y exposiciones que la Cámara de Comercio de Madrid tenía cerca de la Plaza de Castilla. A partir de los años 80 SIMO expuso en la Casa de Campo de Madrid, hasta 1991, año en que se inauguró el recinto de IFEMA (Feria de Madrid).
Para el antiguo director de SIMO son muchas los buenos recuerdos: “Vimos cómo se iba materializando esa idea de que la informática transformaba la sociedad (...) Habíamos visto visitantes que en los primeros años, los sesenta, se paseaban por los pasillos con las manos en los bolsillos, y alguien les decía: ‘Esta máquina tiene no sé cuantos kas’. Había personas de buena voluntad, pero que no habían oído hablar de este tema y probablemente se preguntarían si era la ‘k’ de kilo del peso de la máquina. Luego ya al cabo de los años la gente preguntaba problemas mucho más delicados y mucho más internos de aplicación de esas máquinas para su empresa. Íbamos siendo conscientes de que, de alguna manera y con ayuda de los expositores, estábamos prestando un servicio al país”. Petit se siente especialmente orgulloso porque “es un sector que ha crecido bastante y en el que hemos tenido la inmensa suerte de acompañarle en su crecimiento. Y a mí eso me parece que es una gran satisfacción”.
Pero también hubo momentos malos en aquellos años. “Vendías la idea de que equiparse en estos equipos era fundamental si se querían tener empresas competitivas en el mercado internacional. Y, sin embargo, la gente no podía equiparse con esos equipos porque estaba limitado el número o el importe de las máquinas que se podían traer del extranjero”, declara Alberto Petit. Otro de los momentos amargos que rememora Petit fue cuando “se veía claro que era un tren que cogíamos muy tarde como españoles para transformar el semblante de los fabricantes de ordenadores. Nosotros siempre hemos pensado que en el campo del software España podía aportar más que en el mundo del hardware”.
Evidentemente en más de cuatro décadas SIMO se ha transformado. No sólo ha crecido en número de metros cuadrados, de expositores y de visitantes. “SIMO se inicia como un salón monográfico de oficina, fundamentalmente de material mobiliario, incluyendo todo lo que es material de oficina. En los años 80, se va introduciendo la informática desde el punto de vista de feria de oficina (...) pero con un componente claramente de ofimática, al lado de todo lo que es mobiliario”, apunta el actual director de SIMO TCI, Santiago Quiroga. En 1994, IFEMA se hace cargo de la organización de la feria, y se decide centrarla en las nuevas tecnologías. “Le ponemos un apellido, TCI, Tecnologías de la Comunicación y de la Información, de alguna forma para justificar ese cambio frente a los que ya no podíamos admitir como expositores y tiramos adelante convirtiendo la feria en nuevas tecnologías con algunas variaciones con respecto a ediciones anteriores”, dice Quiroga. Hace dos ediciones se llega a lo que es por ahora el punto más elevado de exposición, con 61.574 metros cuadrados de superficie.
Quiroga habla de los contenidos que SIMO TCI engloba en la actualidad: “Estamos hablando de una exposición que es una de las tres principales ferias europeas del sector, con amplia presencia de Tecnologías de la Comunicación y la Información, tanto en hardware como en software profesional, como en telecomunicaciones y, en general, en comunicaciones”. Se trata de una feria principalmente profesional con cuatro días dedicados a profesionales y dos días dedicados al público. También de un importante fo

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