Hewlett-Packard.

Hewlett-Packard Española (HPE) ha iniciado recientemente en nuestro país, la comercialización de una nueva serie de impresoras de inyección de tinta. Estos lanzamientos de productos tienen siempre gran relevancia, porque representan la vitalidad de las empresas y enorgullece a sus empleados por la inyección anímica que reciben sus argumentos de ventas, para poder seguir demostrando que su organización no descansa en las inquietudes por permanecer, y si es posible abanderar, la vanguardia tecnológica del sector. Pero, en este caso, la satisfacción se debería vestir de pontifical, al tratarse de unos equipos desarrollados en casa, en la fábrica de Sant Cugat del Vallés, con las connotaciones positivas que comporta el acontecimiento. No es cuestión de orgullo -aunque la explosión de alegría tiene que aflorar por algún lado entre quienes, con su protagonismo, han logrado la hazaña- el que provoque el deseo de lanzar cohetes para celebrar la efemérides, sino que es el más elemental pragmatismo el que se erige en dominador de la situación con el apoyo de dos parámetros más que sobresalientes en los tiempo que corren: el esfuerzo industrial y el empleo.

El acierto de Jordi Pujol al lograr la ubicación de la fábrica en el área de Barcelona, después de la elocuente intransigencia, pasividad y ceguera mental de un nefasto personajillo de la Comunidad de Madrid -que impidió incomprensiblemente que se hiciera realidad la primera intención del proyecto de instalarlo en esta zona- se está evidenciando de la forma más difícil de rebatir: con la elocuencia de unas cifras contrastables. Exportación, durante el presente año, por importe próximo a los 100.000 millones de pesetas; superación de este emblemático techo en 1995, para rebasar posiblemente, en el 97, la ensoñadora barrera de los 200.000 millones; de las 413 personas que están logrando ahora meritorios resultados pasarán, al finalizar el presente año, a cerca de 700 para superar, en dos años más, los 1.000 empleados; y el próximo mes de octubre la fábrica se ampliará en una superficie de 30.000 metros cuadrados. Cuadro suficientemente expresivo de una realidad que choca con la poca fortuna que soportan en otras organizaciones, en cuanto a su actividad industrial.

Para quienes superficializan los hechos, o los simplifican en exceso, las cuotas de progreso alcanzadas por HPE no les impresionarán demasiado o las considerarán un producto del azar, en el que la buena suerte le ha sobrevenido casualmente. En cambio, aquellos buenos conocedores de la manera de mover los palillos de las influencias en el corazón de las multinacionales, valoran con precisión los argumentos de HPE para haber podido convencer, a los máximos responsables de la multinacional, de las superiores ventajas de fabricar en España respecto a las prometidas por otros países, que también pugnaban y añoraban porque la ubicación de la fábrica se hiciera en sus tierras. Lucha de intereses, que no de banales glorias.

Desconocemos qué nivel alcanza HPE en el medidor de objetivos cumplidos entre los ambicionados por la alta Dirección, ni el número de expectativas prefijadas que todavía tienen que fructificar. Pero es lógico que se exijan contraprestaciones a la inversión y apoyo realizados por la Corporación. ¿Responde HPE a los postulados claves del cuartel general de la empresa? Previsiblemente puede convertirse, en poco tiempo, en el primer exportador de España de equipos informáticos, pero algo tendrá que hacer para que la cifra de ventas anuales en el capítulo comercial crezca más deprisa. Indudablemente, la facturación global, con la pujante ayuda de la exportación, irá aumentando considerablemente, pero el significado e importancia del área comercial obliga a superar los crecimientos por este concepto. Así como en el sector privado lo que motiva al usuario es la oferta ventajosa, en el sector público, además, hay que saber arroparla con datos de exposición de atributos ganados a pulso que provoquen una cierta consideración evaluable y transparente. La Administración Central y la autonómica, cada una en la parte que le corresponda, deberían aplicar en sus contrataciones baremos especiales -bien difundidos y conocidos por los fabricantes- para estimular el desarrollo industrial en España y, consecuentemente, la creación de empleo. A este tipo de premio pueden optar todos los suministradores ¿Se está reconociendo a HPE sus desvelos ante la Corporación, para justificar la elección de nuestro país como sede de la fábrica?



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