Biometría, cuando el cuerpo es la evidencia

Hay rasgos únicos e intransferibles a cada persona. La huella dactilar, el iris, la forma de la mano o la voz son características que la tecnología ha hecho posible registrar y almacenar. Es la biometría, la seguridad que da la evidencia del cuerpo.

En el siglo XIV, el explorador portugués Joao de Barros observó en una de sus expediciones que los mercaderes chinos estampaban con tinta sobre papel las huellas de las palmas de las manos y las plantas de los pies de los bebes para distinguirlos unos de otros. Quizás, ésta sea la primera referencia histórica conocida de biometría, el registro de los rasgos físicos o de conducta únicos a cada individuo para reconocer o autentificar su identidad. Este ‘primitivo’ registro dio paso cinco siglos más tarde a uno de los sistemas esenciales de identificación de la policía, la huella dactilar, de la mano, como no podía ser de otra manera, de Scotland Yard. Hoy, después de años de investigación y desarrollo, la tecnología ha hecho posible la medición y el registro de otras características biométricas como la geometría de la cara o de la palma de la mano, el iris, la retina o la voz. Son las nuevas armas para mejorar los sistemas de seguridad y autenticación, tanto física como virtual.
El sentimiento de vulnerabilidad tras los atentados del 11 de septiembre ha colocado a la seguridad, en su sentido más amplio, como la principal prioridad de las sociedades occidentales. Uno de sus aspectos clave es la de los sistemas y redes informáticas, que más que nunca se mostraron críticos en los días posteriores a los ataques. Aquí, la biometría puede ser la respuesta a una mayor fiabilidad en la autenticación. A pesar de la existencia de sistemas de seguridad biométricos desde hace años, su coste y grado de intrusión los hacía poco atractivos frente a otros sistemas como claves personales o tarjetas. Ahora su coste importa menos, si su precio puede llegar a ser, aparte de una intrusión en las redes, vidas humanas en último extremo. De hecho, un 70 por ciento de los grandes aeropuertos usarán la autenticación biométrica en el 2004 para controlar la entrada a las áreas con acceso a equipajes y aeronaves, según un estudio de Gartner.

Tecnologías biométricas
Los expertos consideran a la biometría como el sistema de autenticación más fiable, ya que “no puede ser transferido, robado u olvidado, y es casi imposible de copiar”. Son rasgos inherentes a cada individuo que le hacen único respecto a los demás.
Huella dactilar: esta es la tecnología biométrica más madura. Algunos sistemas se basan en el mismo método que usa la policía a través de la minucia, es decir, los puntos distintivos en la forma de los arcos de la huella. Sin embargo, existen otros más sofisticados equipados con biosensores capaces de detectar el calor o el flujo sanguíneo desprendido por los dedos.
Geometría de la mano: mide la forma de la palma de la mano. Este parámetro biométrico equilibra fiabilidad con la facilidad de uso en amplios grupos de usuarios. Se están usando en su mayoría para el control de acceso y asistencia al trabajo, tanto en administraciones públicas como en empresas. En España, compañías como Acens cuentan con un sistema de este tipo para acceder a su sede.
Retina: se basa en el análisis de la capa de vasos sanguíneos situada en el globo ocular. El sistema digitaliza el patrón de la retina, único y estable en el tiempo. Hoy en día, se utiliza para el acceso tanto físico como virtual a instalaciones y redes informáticas de alta seguridad. Es caro, lento y muy intrusivo.
Iris: los más de 200 puntos distintivos de un iris le convierten en uno de los métodos más fiables. Su grado de intrusión es menor que la retina, ya que el usuario no tiene que acercar el ojo a ningún dispositivo lector, sino que se hace con una cámara. Aeropuertos europeos como Heathrow, en Londres, y Schiphol, en Ámsterdam, disponen de un sistema de reconocimiento de iris para la identificación de pasajeros habituales, y en Estados Unidos ya son más de 50 aeropuertos los que usan esta tecnología.
Rostro: registra las características de la cara mediante una cámara digital que genera una imagen del usuario. Su uso se ha extendido a raíz de los atentados del 11-S como sistema de vigilancia en grandes espacios públicos, incluidas las calles de ciudades como Londres o Miami. A finales de este año, aeropuertos como el JFK tendrán estos sistemas de reconocimiento facial basado en potente software. Una de estas plataformas de software es Nemesis, desarrollada por la compañía estadounidense Biovisec, que permite registrar imágenes en 3D de cientos de rostros en espacios públicos. Suricata, distribuidor del software en España, lo presentó en SIMO. “Este software se basa en redes neuronales que almacenan los 256 puntos que no varían de un registro facial”, explica Estaban Ribot, director general de Suricata.
Voz: basado en una autenticación de la ‘impresión’ de voz a través de una compleja tecnología que la transforma en texto. Su ventaja es que no necesita nuevos dispositivos de hardware y tiene gran aceptación.
Firma: consiste en la verificación de la firma digitalizada. Su principal virtud reside en la aceptación por parte de los usuarios de la firma como un método natural de verificación de la identidad, aunque tiene una fiabilidad menor que otros sistemas.

Un mercado en alz

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