Especial 5G ComputerWorld 2022

Del 1G al 6G: una breve historia de la conectividad móvil

Desde la señal que solo permitía llamadas telefónicas hasta aquella que permitirá desbloquear el verdadero valor del Internet de las Cosas, así es como ha ido evolucionando la tecnología móvil desde épocas tan inverosímiles como los 70.

luces ciudad

Atrás quedaron los días en que los politonos del móvil se descargaban enviando un mensaje al 5555 y en que las imágenes se compartían a través de infrarrojos (el bluetooth era considerado tecnología de vanguardia). Hoy, la tecnología móvil es una de las más presentes en la vida cotidiana y gracias a ella podemos ver vídeos, escuchar música, enviar mensajes instantáneos gratuitos, utilizar las redes sociales, jugar videojuegos, sacar fotos, realizar videollamadas al otro lado del mundo e incluso trabajar. Todo, desde un solo lugar: el smartphone.

Las redes 3G son probablemente las que más recordamos, ya que fueron las que vinieron a revolucionar la forma en la que nos comunicábamos en ese entonces y las que pusieron en nuestras manos los primeros smartphones. Sin embargo, si existe una tercera generación, tendrían que existir la primera y la segunda. Ésta es la historia de la conectividad móvil. 

 

1G, el origen

Es 1970, las palabras “tecnología celular” comienzan a sonar entre los conocedores del área. Es la era predigital y un nuevo estándar de conectividad, cuya señal transmitida se dividía en pequeñas células interconectadas, veía la luz. Gracias a él, las personas podrían realizar llamadas a través de dispositivos sin cables. 

No fue hasta los 80 cuando Motorola desarrolló y puso a la venta el primer teléfono móvil del mundo, que aprovecharía este tipo de comunicación analógica: el DynaTAC 8000X, un aparato enorme para los estándares actuales que pesaba casi un kilo, mejor conocido como “el ladrillo”, que en España utilizaba el estándar de conectividad TMA (Telefonía Móvil Automática) en las bandas de 450 MHz y luego en las de 900 MHz. Con este dispositivo, y con los que le siguieron de otras marcas, solo se podían hacer llamadas telefónicas, con una calidad de voz regular. 

 

2G y la masificación

En la década de los 80, mientras los “ladrillos” comenzaban a masificarse, la tecnología continuaba avanzando y aparece el estándar GSM (Global System for Mobile Communications). En los 90, ya comienzan a aparecer los primeros teléfonos móviles que soportan esta nueva conectividad de segunda generación (2G), que viene a cambiar los protocolos de analógicos a digitales

Con GSM llega la transferencia de datos a una mayor velocidad, una notable mejora en la calidad de voz y entra en el juego el indiscutido protagonista de esta generación, los SMS (Short Message Service). También se podían intercambiar imágenes y audios, y en sus versiones más avanzadas, incluso permitía navegar por internet a través de los portales WAP, que eran sitios especialmente optimizados para su uso en móviles. 

Nokia, Motorola y Ericsson eran los reyes del mercado y ya hacia principios del 2000, la cuenta del móvil ponía en aprietos a los adolescentes de todo el mundo que pagaban por descargarse ringtones y enviaban SMS como si no hubiera un mañana. Aquí nace el germen de lo que se transformaría el móvil para los jóvenes actuales, que en ese entonces no tenían TikTok ni Instagram, pero jugaban al Snake y “chateaban” con emoticones hechos de símbolos

Pero mientras avanzaba la década, y la tecnología de los móviles, quedaba cada vez más patente que era necesario avanzar esa conectividad. Así nace EDGE (Enhanced Data Rates for GSM Evolution), que acercó a una generación a lo que posteriormente sería una realidad con el 3G: el internet móvil.

 

3G, el game-changer

Ya para la primera década del siglo, los móviles empiezan a integrar las funcionalidades de otros dispositivos, como cámara de fotos, GPS, videojuegos, agenda electrónica y reproductores multimedia, entre otros. La idea de tener todo en un solo lugar comienza a ser realidad con la llegada de los primeros smartphones, que mostraron su verdadero potencial con la llegada del 3G, marcando un antes y un después en lo que entendemos como conectividad móvil.

La navegación por internet, que antes estaba relegada a los ordenadores, ahora es una posibilidad en ese pequeño aparato de bolsillo que, a estas alturas, ya había adquirido un diseño casi futurista: a finales de la década, Apple lanzaba su iPhone 3G, con pantalla táctil y sin botones, que se convirtió en el protagonista de esta tercera generación.

El 3G, basado en la tecnología UMTS (Universal Mobile Telecommunications System), permitía mucha más velocidad en la transmisión de datos, tanto así que se podían utilizar aplicaciones de comunicaciones, música y vídeo en tiempo real. YouTube, Spotify, Facebook, Whatsapp y todas las grandes redes sociales y plataformas estaban ahora al alcance de la mano (literalmente).

 

4G, el vídeo se hace rey

Entrada la segunda década del siglo, aparece el estándar LTE (Long Term Evolution) que da paso a la cuarta generación (4G) de conectividad móvil, basado completamente en el protocolo IP y que es capaz de alcanzar velocidades de 100 Mbps en movimiento y 1 Gbps en redes fijas. 

Así, las velocidades de acceso a internet y descarga son muy superiores a las del 3G, potenciando el consumo del contenido multimedia en tiempo real y permitiendo ver vídeos y contenido en streaming en calidad 4K con menos cortes.

Gracias a esto, las redes sociales como Facebook e Instagram comienzan a darle mayor prioridad al contenido en vídeo, propiciando la entrada de nuevos jugadores enfocados en este formato, como TikTok y Twitch, y la llegada al móvil de plataformas de streaming como Netflix.

 

5G, el mesías prometido

Parece que llevamos años hablando de la próxima generación de conectividad móvil, el 5G. Y efectivamente, a mediados de la década pasada ya se estaban haciendo las primeras pruebas que, recién a partir del 2019 y 2020, se transformaron en una realidad con los primeros despliegues de esta red. 

Según un estudio de Juniper Research, los ingresos por servicios 5G de las operadoras representarán en 2023 un 35% de su facturación a nivel mundial. Sin embargo, prevén un salto al 80% para 2027. 

Basado en el nuevo protocolo New Radio, 5G tendrá una latencia de 1 milisegundo y una tasa de datos de 10 Gbps, por lo que será hasta 100 veces más rápido que el 4G. Sí, podrás descargarte películas completas en solo segundos y ver streaming en vivo sin demoras. Pero a pesar de las múltiples ventajas que traerá esta nueva generación de conectividad, la más disruptiva será un habilitador clave del Internet de las Cosas (IoT), conectando cientos de dispositivos de forma segura, con lo que se podrá medir y analizar datos en tiempo real. Esto será fundamental para el desarrollo de tecnologías disruptivas que cambiarán la forma en que vivimos: los coches autónomos, la realidad aumentada, el metaverso, la inteligencia artificial y la migración a la nube. 5G es el futuro inminente y no tardaremos muchos años en comenzar a experimentar de primera mano su revolución.

 

6G

No sabemos mucho sobre la sexta generación de conectividad móvil, aunque ya se está hablando de ella cuando el 5G aún no es una realidad concreta para la mayor parte de la población. En lo que sí podemos estar seguros es que, al igual que las anteriores evoluciones, el 6G vendrá a proveernos de mayor velocidad y menor latencia. 

En 2020, Samsung presentó un libro blanco sobre el 6G donde explicó que, en teoría, esta conectividad podría ser cinco veces más rápida que el 5G y tener una latencia de 0,1 milisegundo. Las velocidades de descarga y de subida podrían alcanzar hasta los 1.000 Gbps. Esta rapidez será clave a la hora de desarrollar la realidad inmersiva, la inteligencia artificial, la tecnología holográfica y otros avances que requieren de una latencia mínima. 

Tendremos que esperar al menos cuatro años para poder presenciar los primeros casos de uso y hasta 2030 para que el 6G comience a comercializarse. Mientras, podemos dedicarnos a sacar todo el potencial que un avance como el 5G ya ofrece a nuestros estándares actuales de conectividad.

 


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