Diversidad

Tecnología para continuar con la lucha LGTBIQ+

¿Puede la tecnología convertirse en un gran aliado en pos de la inclusión y la diversidad corporativa y social? Sí, cambiar el mundo a golpe de innovación es posible a ojos de multinacionales como Accenture y Microsoft.

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Créditos: Xavi Cabrera (Unsplash)

La diversidad y la inclusión se han convertido en dos puntos principales de las agendas de las compañías actuales. Pero los motivos para avanzar hacia estos entornos pueden ser muy dispares; desde la ética y la concienciación, ganar la carrera del talento o mejorar el desarrollo del negocio, hasta un puro ejercicio de ‘marketing hacia afuera’, es decir, lavar la imagen corporativa de cara a los clientes. Tristemente, y a tenor de las estadísticas, el colectivo LGTBIQ+ puede pensar que esta última razón es la que impera en la mayoría de organizaciones. Y, es que, el 27% de los empleados de esta comunidad se siente discriminado en su lugar de trabajo, el 72% oculta su orientación sexual, quiera o no, y la mitad que tiene hijos no se siente cómoda hablando de ellos, según una encuesta de 2021 del Proyecto Europeo ADIM. Claves como la educación, la legislación y la denuncia social pueden dar fe de que las sociedades avanzan poco a poco en la senda correcta. Pero, ¿puede la tecnología convertirse en un aliado diferencial en esta lucha por la igualdad? Luis Díaz, Talent & Organization Lead en Accenture, e Ignacio León, director de consultoría y sponsor de LGTBI+ en el Comité de Dirección de Microsoft, creen que la respuesta es un sí rotundo.

“La tecnología es un aliado muy importante a la hora de avanzar, no solo en la causa de las empresas, sino también del mundo”, afirma Díaz, quien habla de dos factores diferenciales como son la conectividad y la personalización. Del primero de ellos, dice, reducir la brecha de acceso ayuda a paliar el aislamiento y favorecer la integración. “El simple hecho de acceder a Internet en contextos sociales determinados es muy relevante. Muchas personas LGTBQ+ que sufren discriminación en su vida personal pueden conectarse con espacios del colectivo y acceder a servicios más respetuosos e inclusivos con su propia realidad, y también a servicios profesionales, sanitarios…” En cuanto a la personalización, explica, cada vez se ve más cómo las compañías afinan sus medios para llegar a sus colectivos target y mejorar su experiencia. Todo esto se hace con segmentos determinados, y muchas veces no se introduce a estas personas por la simple razón de que no se les puede identificar ya que, por voluntad propia, no quieren. “Aquí entramos en un terreno delicado que tiene que ver con la intimidad y la protección de datos. Muchas personas sienten que deben ocultar su orientación sexual por temor a represalias”. Un miedo fundado a la luz de los datos citados anteriormente. “No basta con tener un espacio inclusivo en la empresa, hay que demostrar confianza y ganarla a base de realidades” De hecho, el directivo pone un ejemplo que la propia Accenture está llevando a cabo en muchas de las geografías en las que está presente. Se trata de una aplicación Self ID, disponible para que quien lo desee pueda identificarse como miembro del colectivo y conectarse con otras personas. “Esto lo hacemos de una manera voluntaria y siempre limitando quién tiene acceso a la plataforma”.

Por su parte, León habla de dos dimensiones de actuación. En primer lugar, como gran multinacional empleadora, Microsoft trata de generar inclusión y diversidad. Y, como creadora de herramientas tecnológicas, es sabedora de que la innovación cambia las sociedades y no es neutra. “Los desarrolladores de soluciones tenemos una responsabilidad adicional, y es que la tecnología que cambia el mundo apunte hacia el mundo que queremos”. Además, añade, con esto también se generan obligaciones en las sociedades y en los gobiernos como garantes éticos de las soluciones suministradas. “La tecnología permite generar identidades, algo que se va a ver ensalzado con el tema del metaverso, por lo que estos entornos deben ser lo suficientemente ricos como para abrazar a todos”, asevera.

 

 

“No basta con tener un espacio inclusivo en la empresa, hay que demostrar confianza y ganarla a base de realidades”

 

Luis Díaz, Talent & Organization Lead en Accenture

 

 

 

Sorteando los sesgos

León cree que cuanta más inteligencia se deposita en el software más responsabilidad se genera. Algo fundamental porque no son pocos los casos de sesgos introducidos por los humanos en las máquinas que, más que incluir, discriminan. Caso paradigmático es el de Facebook –cuya matriz ahora se llama Meta –, que hace pocos años tuvo que retirar su sistema de etiquetado de fotografías por contener segregación racista. Sin embargo, confirman ambos expertos, ya existen herramientas, en ámbitos como la captación de talento, que contienen algoritmos que mantienen la transparencia alertando de si hay sesgos en la selección. “Lo normal es que los empleadores tiendan a contratar candidatos con perfiles parecidos a ellos”, indica Díaz. “Pero estos algoritmos generan precisiones objetivas, evitan falsos positivos y se van refinando; realizan auditorías de los propios algoritmos”.

La tecnología, continúa León, nos permite ingerir mucha más información que una sola persona, y el sesgo se asocia a una cantidad de datos muy reducida, por lo que las propias herramientas lo pueden neutralizar. “Esa es la línea de avance”.

 

 

"La tecnología que cambia el mundo tiene que apuntar hacia el mundo que queremos"

 

Ignacio León, director de consultoría y sponsor de LGTBI+ en el Comité de Dirección de Microsoft

 

 

Crear 'islas' a base de talento

Obviamente, los directivos coinciden en que no podemos hablar de ninguna tecnología libre de sesgos al 100%. Además de ir entrenando a la inteligencia artificial (IA), una buena estrategia pasa por seguir incluyendo esa diversidad e igualdad dentro del propio sector de la programación. Aunque el desarrollador medio sigue siendo un hombre blanco y heterosexual, se pueden encontrar ‘islas’ de avance en la industria. Por ejemplo, cita León, en esta actividad ya se teletrabajaba con normalidad antes de la pandemia, lo que permitía a muchas personas del colectivo no tener que justificarse en cuanto a su pronombre, género o imagen. “Se trata de una anécdota que te impulsa a pensar que la tecnología nos va a ayudar a crear más ‘islas”. Es más, la persona transgénero Sophie Wilson se ha convertido en una de las científicas más reputadas a nivel internacional. Entre sus principales hitos destaca su labor en la creación de los procesadores ARM, los considerados cerebros de los actuales smartphones.

Otro ejemplo pasa por la consultora, la primera empresa en crear un asistente de voz no binario. “Es algo que, a nivel técnico, cualquier programador puede hacer”, dice Díaz. “Pero es necesario incluir diseñadores que conecten con la sensibilidad y la realidad de este género. No solo hablamos de un tema estético, sino de que hay personas que hablan y entonan de una manera distinta. Estos colectivos son fundamentales para el lanzamiento de sistemas, porque si no seguiríamos escuchando, por defecto, y en todos los móviles, una voz femenina”.

 

Acercar el debate

El optimismo se modera si tenemos en cuenta que las herramientas no dejan de ser medios y que son utilizadas por personas. “La inclusión y la diversidad dependen de los miembros que componemos las sociedades”, afirma León. “Por ello, los humanos somos los principales conductores del cambio”. Por eso, es necesario también situarse cerca de los reguladores: “Hay que trabajar con ellos en temas de ética, inclusión y diversidad; requerimos colaboración porque la inteligencia artificial no puede seguir aprovechándose de los puntos grises de la falta de normativa”.

“Tratamos de acercar la sensibilidad y el debate, hay sesgos que solo se resuelven cuando la sociedad los denuncia”, añade Díaz. En definitiva, explican, la lucha continúa, no ha terminado, y es necesario seguir mejorando los porcentajes de inclusión a todos los niveles sociales”.



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