Discapacidad
Tecnología accesible

Accesibilidad universal: “Las empresas no diseñan teniendo en cuenta la diversidad humana desde el origen”

El director de accesibilidad universal e innovación de la Fundación ONCE, Jesús Hernández, comenta las distintas barreras que aún existen en tecnología para las personas con discapacidad.

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Jesús Hernández, director de accesibilidad universal e innovación de la Fundación ONCE

El avance tecnológico de los últimos años es innegable. Nuevas plataformas, nuevos productos, nuevos servicios y nuevos dispositivos han permitido a las personas sumergirse cada vez más en las profundidades del entorno digital. Sin embargo, tal como sucede en el mundo real, hay quienes quedan excluidos de estos avances. 

A pesar de que la tecnología ha aportado a la inclusión de las personas con discapacidad en el ámbito social y laboral, el problema está lejos de acabar, sobre todo cuando las soluciones accesibles no se conciben desde el diseño de estas tecnologías y el avance existente se ve acotado a encontrar formas de suplir estas necesidades.

Así lo afirma Jesús Hernández, director de accesibilidad universal e innovación de la Fundación ONCE, quien señala, en entrevista con ComputerWorld, que “hemos progresado bastante en la mejora de la accesibilidad en la tecnología, aunque nos queda bastante por avanzar”.

 

Las barreras tecnológicas actuales

“Las principales barreras dependen del tipo de discapacidad. A veces se aglutina a todas las personas con discapacidad en un gran grupo, pero la diversidad y la heterogeneidad que hay dentro de este gran grupo es altísima. Las necesidades en función de las capacidades de cada uno, ya sean sensoriales, físicas o intelectuales, son muy diferentes, por lo cual en cuanto al acceso a la tecnología nos encontramos con diferentes problemas”, explica Hernández.

“Por ejemplo, yo soy una persona con problemas de movilidad en las manos. Para navegar por Internet o para moverme por una página web, a veces, tengo problemas cuando los menús desplegables se recogen, por lo cual a mí no me da tiempo a poner el ratón para poder accionarlo”, comenta. Otro problema al que se enfrenta día a día es la manipulación de las aplicaciones en el teléfono móvil, debido a su tamaño. “De hecho, procuro utilizar aplicaciones de escritorio, porque es mucho más sencillo manejarlas con el ratón”, dice.

 

"Las necesidades en función de las capacidades de cada uno, ya sean sensoriales, físicas o intelectuales, son muy diferentes, por lo cual, en cuanto al acceso a la tecnología,nos encontramos con diferentes problemas"

 

 

Las personas con discapacidades visuales también se enfrentan a múltiples problemas cuando el diseño de la aplicación o la web no está bien hecha. Los lectores de pantalla no pueden navegar y transmitir la información de forma correcta al usuario. El bajo contraste o el tamaño de la letra también afecta a la accesibilidad de estas tecnologías. Pasa lo mismo en el caso de las personas sordas, cuando la información no viene en formato de audio. 

Si la persona, sin embargo, tiene discapacidad intelectual, muchas veces la terminología que se utiliza, la complejidad o el exceso de información, pueden generarles problemas para poder interactuar con este tipo de aplicaciones.

 

Avanzando en accesibilidad tecnológica

Hernández sostiene que, en términos de accesibilidad, quienes generalmente se enfrentan a un mayor desafío son las personas con ceguera o deficiencia visual, aunque resalta que es, justamente, donde “más se está poniendo el foco para poder avanzar en esa línea”.

En este sentido, destaca que en 2023 se traspone la Ley Europea de Accesibilidad, un marco de protección para las personas con discapacidad como clientas, consumidoras y usuarias, y que busca reforzar su derecho a acceder a todos los bienes y servicios disponibles en el mercado europeo.

Hernández explica que la directiva “pone mucho foco en la tecnología y establece requerimientos que tienen en cuenta todo tipo de discapacidades, como puede ser la manipulación (de la tecnología) o el que se provea de información en formato multimodal para que una persona sorda o ciega pueda entender los mensajes”.

“De hecho, este año hemos incorporado cuestiones de accesibilidad cognitiva a la Ley General de derechos de las personas con discapacidad, con lo cual el avance para la accesibilidad cognitiva también está siendo claro”, añade.

 

El diseño tecnológico como la gran deuda

El director de accesibilidad universal e innovación de la Fundación ONCE comenta que el auge del teletrabajo ha hecho más fácil la empleabilidad de las personas con problemas de movilidad, ya que se han podido ahorrar engorrosos trayectos a la oficina. Sin embargo, la falta de accesibilidad que en un principio tenían las principales aplicaciones de teletrabajo (como Zoom, Meets, Teams u otros), les generó verdaderos problemas a las personas con deficiencias visuales y/o auditivas. En este último caso, las primeras soluciones introdujeron el subtitulado automático en castellano, aunque “muchas veces no tiene la exactitud o la precisión necesaria para transmitir mensajes claros”.

 

“La capacidad de resolver el problema está en la empresa que genera y desarrolla el producto o el servicio, porque la empresa que compra o adopta el producto o el servicio tiene una capacidad muy limitada de poderlo cambiar”

 

 

“El problema que veo es que siguen resolviendo problemas después del diseño. No diseñan teniendo en cuenta la diversidad humana desde el origen y en muchos casos tienen que resolver problemas que crean ellos mismos”, asegura Hernández. 

Esta cuestión se ve sobre todo en el desarrollo de software. En los últimos años se han visto avances en el hardware accesible con la creación de nuevos sistemas o productos de apoyo, sin embargo, éstos no siempre son compatibles con las plataformas o programas. “Un ratón de bola, un sistema de soplo/succión, una línea braille, este tipo de cuestiones hay que desarrollarlas para que puedan conectar el hardware con el software”, señala.

En ese sentido, Hernández adjudica la responsabilidad de estos obstáculos para la empleabilidad de las personas con discapacidad en las empresas desarrolladoras de tecnologías, y no en aquellas que deben adoptarlas para poder contratar a profesionales con discapacidades. 

La capacidad de resolver el problema está en la empresa que genera y desarrolla el producto o el servicio, porque la empresa que compra o adopta el producto o el servicio tiene una capacidad muy limitada de poderlo cambiar”, agrega.

Para enfrentar estos problemas, la Fundación ONCE desarrolló un modelo de certificación de accesibilidad, el sello A-Tech para dispositivos tecnológicos y el A-Móvil para teléfonos móviles. Hernández asegura que Apple, Microsoft y Samsung son las marcas que más avanzadas están en accesibilidad de sus productos.

 

Accesibilidad desde la formación universitaria

Hernández sostiene que una de las soluciones posibles es que la accesibilidad sea inculcada en los planes de estudio universitarios, con el objetivo de que las herramientas accesibles sean diseñadas en el origen de la creación de un proyecto y “que cualquier desarrollador de software, que cualquier diseñador o desarrollador de hardware, cualquier ingeniero o arquitecto, sepa de accesibilidad”.

En resumen, lo que se necesita para avanzar en este ámbito es “awareness, concienciación, y sobre todo, formación de los diseñadores y desarrolladores”.



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