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Así trabajan en… ING

La entidad financiera ha implementado una nueva metodología de trabajo que responde más a la forma de trabajar de una 'fintech' que de un banco tradicional. Nos hemos acercado a sus oficinas para comprobarlo de primera mano.

ING sede
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El imponente edificio de ING en la localidad madrileña de Las Rozas no deja adivinar lo que se esconde en su interior. Una vez dentro la imagen es muy diferente: espacios abiertos, tablones llenos de post its de colores, despachos transparentes y un jardín interior con un estanque lleno de peces, como no podía ser de otra forma, de color naranja.

Esta definición visual es muy coherente con la filosofía interna del banco; ING se define como un banco por fuera y una fintech por dentro.

Desde hace apenas cinco meses la filial española ha implementado una nueva metodología de trabajo que le acerca sin duda a la forma de operar de una startup. La metodología agile se probó hace cuatro años en el equipo de TI y desde febrero se ha ido extendiendo “como una mancha de aceite” a toda la organización. Y con el beneplácito de la dirección, que se mostró “encantada” con la idea.

Tal y como nos explica José San Román, director de Desarrollo en ING, se trata de organizar a los empleados en “tribus”. Cada una de ellas se compone por personas de diferentes departamentos y se dedica a una temática en concreto. Se marcan objetivos a corto plazo (de una media de dos semanas de duración) y la evolución de los proyectos se va plasmando en paneles llenos de post its. De esta forma el progreso de los proyectos se hace de forma muy visual, un método que ha demostrado ser muy eficiente, nos cuenta San Román.

Las intrahistorias de esta nueva forma de trabajo son muchas. La dirección ha observado una mayor interacción entre empleados de diferentes departamentos; antes los miembros de un departamento bajaban juntos a comer, ahora lo hacen por tribus. Además, los equipos son los únicos responsables de lo que ocurra con un proyecto, lo que fomenta su implicación en el mismo. “Es la magia de la metodología”, nos cuenta el directivo. Precisamente, confiesa San Román, incrementar el grado de compromiso de las personas es uno de los indicadores por lo que trabajan de esta forma.

El espacio de trabajo es el claro exponente de esta filosofía. Los puestos de trabajo son dinámicos, se improvisan reuniones en los pasillos, se aplaude a los equipos que consiguen alcanzar objetivos y las peceras de cristal han sustituido a los despachos. Estas, que salpican la superficie, se llenan casi de forma espontánea por tribus. En ING no quieren rigidez ni en los procesos ni en el espacio físico del puesto de trabajo. Por cierto, el CEO de la filial ocupa una de estas peceras, como un empleado más.



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