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"La tecnología será la interlocutora, y no la mediadora, de las comunicaciones"

Rubén Chacón, decano de Filología de la UNED, analiza cómo evolucionará la tecnología de las comunicaciones con nuevos dispositivos y aplicaciones que conllevarán "una gran repercusión social".

Rubén Chacón, Uned
Rubén Chacón, decano de Filología de la UNED.

Dispositivos en los ojos y oídos o conversaciones más naturales y complejas con chatbots y herramientas de aplicaciones de voz son las claves de una nueva era en la que "la tecnología pasará a ser la interlocutora, en lugar de la mediadora, de las comunicaciones”, según explica Rubén Chacón, decano de Filología de la UNED (Universidad Nacional de Educación a Distancia), en conversación telefónica con ComputerWorld. “Prevemos evoluciones en la forma de interactuar con las máquinas, porque los algoritmos son cada vez más complejos”. Esta última sentencia es el cuerpo de la investigación del grupo Language in the Human-Machine Era (LITHME), compuesto por miembros de 52 países –entre los que se encuentran todos los representantes de la Unión Europea (UE)- y del que la universidad española forma parte con el experto como miembro del Comité de Dirección. Se trata de un equipo interdisciplinar, formado principalmente por lingüistas e ingenieros informáticos, que trabajará durante los próximos cuatros años y que, como punto de partida, ha redactado el documento The dawn of the human-machine era (El amanecer de la era humano- máquina).

El texto y el proyecto, de carácter internacional y con base en Finlandia, han conformado ocho líneas de investigación, tal y como explica el filólogo, basadas en distintas áreas lingüísticas, con el lenguaje computacional como hilo conductor, que tratarán de captar la inversión de las empresas. “Estas tecnologías mueven millones”, dice. “El hecho de que hoy en día tengamos un teléfono móvil en la mano y no podamos vivir sin internet tiene muchísima repercusión social. Por eso es tan importante coger ideas de la academia y llevarlas al mundo corporativo. Las herramientas de comunicación humano- máquina hoy ya son cotidianas porque nos facilitan la vida y el contacto entre nosotros”.

Sin embargo, Chacón es consciente todavía del estado del arte en que se encuentra esta industria, con chatbots que solo solucionan dudas sencillas y con interacciones no fluidas. “Nos interesa mucho la actitud del interlocutor, que se acaba aburriendo. Tenemos mucho camino por recorrer, con corpus cada vez más amplios. Es ahí donde entra el trabajo de los lingüistas, que tienen que afilar mucho la pragmática comunicativa en lo que contesta la máquina”. En cualquier caso, reconoce, es impensable conseguir que un robot reflexione para conseguir una conversación natural. “Aspiramos a que las preguntas sean cada vez más complejas. Y eso se puede hacer; hoy en día tenemos costumbres que hace cinco años eran impensables”.

 

Más desafíos sociales que tecnológicos

El hecho de trabajar con tecnologías que van a tener una gran repercusión humana y social hace que el grupo se cuestione temas como la privacidad de las comunicaciones. “Es lo que más nos preocupa”, reflexiona Chacón. “En qué medida el uso de dispositivos móviles puede atentar contra la intimidad de las personas. Ahora mismo hay softwares que analizan los correos electrónicos de los clientes de una empresa y saben, por cómo están redactados y a través del análisis lingüístico, si el usuario está enfadado o tiene algún problema. Es un terreno en el que hay que tener cuidado”. Sin embargo, explica, la falta de legislación actual no ha supuesto ningún inconveniente a la hora de realizar su trabajo. “No he encontrado trabas más allá de la Ley de Protección de Datos”.

Por otra parte, preguntado por si el acceso a este tipo de nuevos dispositivos y herramientas va a agrandar aún más la brecha digital, el directivo espera que “su uso o no se tiene que deber a cuestiones personales y no económicas o de recursos que proceden de los distintos países. Estas tecnologías serán tan cotidianas que su no utilización sería similar a lo absurdo de encontrar a alguien que se niega a conducir un coche hoy en día y utiliza todavía carros tirados por caballos”. Asimismo, cree que estas herramientas no deberían eliminar puestos de trabajos, sino que simplemente requerirán un reajuste de tareas. “Es la clave del desarrollo de la humanidad, conseguir automatizar lo que se pueda para dedicar nuestro tiempo a otra cosa. Lejos de quitar empleos, la sociedad tiene que adaptarse a la especialización que promueve la tecnología”, asevera. “Por ejemplo, en los últimos años he trabajado en un corrector gramatical que permite al estudiante darse cuenta de sus errores sin necesidad del profesor. Esto no quiere decir que sustituya al docente, sino que va a poder especializarse en las cosas que la máquina no puede”.



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