España es el país europeo con menor cifra de inversión en formación profesional según el estudio realizado por el Consejo Superior de Cámaras de España.

No cabe duda de que la convergencia con Europa en los próximos años exige a nuestro país grandes esfuerzos en diversos aspectos. La formación profesional no escapa a esta necesidad de adecuación, mientras España ostenta la cifra más baja de inversión en este campo. En este sentido, el Consejo Superior de Cámaras de Comercio, Industria y Navegación de España, ha publicado recientemente el estudio La formación profesional en el nuevo contexto europeo que analiza la situación de esta forma de educación en nuestro país, y cuyas principales conclusiones se reflejan a continuación.

La maximización del crecimiento económico exige un flujo sostenido de inversión, un desarrollo tecnológico acorde con el entorno productivo y una disponibilidad de mano de obra abundante y bien formada. Con relación a esto último, es un hecho destacable que la tasa de actividad en España es más reducida que en la CE o en la OCDE, especialmente por la baja participación de las mujeres, a pesar del crecimiento que viene experimentando en los últimos años. Esta es la situación que presenta el estudio La formación profesional en el nuevo contexto europeo, realizado por el Consejo Superior de Cámaras de Comercio, Industria y Navegación de España. Nuestro país no destaca por el gasto que dedica a formación. Por el contrario, es uno de los países europeos que menos esfuerzo muestra en este terreno. Sin embargo, el papel de la formación en la evolución de la productividad es evidente, ya que además de la inversión también influye en ella el aprovechamiento óptimo de las inversiones en equipos, en relación con nuevos procesos que exigen formación y adiestramiento específico.

Vista la importancia fundamental de la formación en el mundo empresarial esta tiene dos funciones genéricas básicas para la empresa: una de carácter defensivo frente al entorno, que se traduce en un proceso continuado de asimilación tecnológica, y otra de anticipación a los cambios, con origen en posiciones innovadoras dentro de la propia empresa. El grado de aprovechamiento de las funciones formativas depende, de las actitudes de las empresas frente a la formación y de las estrategias desarrolladas para cubrir las carencias.

Para dar solución a esto la mayoría de las empresas utilizan varías vías de cobertura de las necesidades de formación: organización de cursos internos, contratos en prácticas y para la formación, recurso a los contratos de asistencia de proveedores de maquinaria y equipos, asistencia a ferias, exposiciones y convenciones, convenios con organizaciones públicas y privadas para la realización de cursos, etc.

Formación empresarial

El estudio destaca como la organización interna de cursos estructurados es frecuente en las empresas de determinado tamaño, y caracterizadas por una actitud anticipadora frente a las necesidades de formación, con diferentes variaciones. La utilización de formas contractuales de contenido formativo, incluidas las prácticas en alternancia, no es frecuente, ni siquiera en empresas de mayor tamaño, que suelen ser las más abiertas a este tipo de experiencias.

Según continua el análisis, las fórmulas que están adquiriendo mayor importancia son las ligadas a la adquisición de nuevas máquinas o equipos, especialmente cuando incluyen componentes o procedimientos informáticos. Son, en este caso, los empleados de las PYMES los principales usuarios de este tipo de formación. La asistencia a exposiciones y ferias, así como a cursillos y seminarios de corta duración, incluyendo estancias en empresas afines, es una experiencia en crecimiento.

Una importancia igualmente creciente tiene la utilización de servicios especializados, tanto privados como públicos, cuyo mayor exponente es la proliferación de ofertas de masters, con contenidos, en ocasiones, de dudosa calidad y eficacia.

En cuanto al gasto en formación que asumen las empresas españolas, en los estudios realizados por el INE y la Dirección General de Política Económica del Ministerio de Economía y Hacienda, se muestra como este gasto es todavía bajo y se concentra en las empresas de mayor tamaño.

La primera apreciación sobre este gasto en formación que se extrae de la Encuesta de Coste Laboral realizada por el INE, es la escasa significación en los costes laborales totales de las empresas. En todos los sectores de actividad, España se sitúa en el último lugar de los países europeos. En el conjunto de los sectores, el montante del gasto dedicado a formación profesional por las empresas españolas equivale a menos del 0.2% del coste laboral, frente al 1.5% del promedio de las empresas comunitarias. Por sectores, las diferencias son igualmente apreciables, especialmente en construcción y comercio. Incluso países con un desarrollo inferior al español como Irlanda y Portugal, reflejan un esfuerzo relativo mayor.

Desde el punto de vista sectorial, la primera nota característica es su concentración en los servicios, con el mayor dinamismo de este sector como explicación posible, lo que corrobora la estrecha relación entre formación y desarrollo productivo. Las diferencias en favor de las actividades de carácter terciario con respecto a las industriales se mantiene tanto en términos absolutos como relativos. No obstante, las medias sectoriales ocultan cierta dispersión de los datos correspondientes a las distintas ramas de actividad de cada sector. Así, dentro del sector servicios, las actividades más intensivas en mano de obra -las incluidas en comercio y hostelería-, tan sólo alcanzan la mitad de la cantidad media invertida en formación profesional por trabajador en el conjunto del sector. En el lado opuesto, las empresas financieras y las de seguros más que triplican la cuantía media del conjunto de las empresas de servicios.

Dentro del sector industrial, las diferencias de gasto en formación, según los distintos subsectores, es igualmente importante. También aquí son las ramas de actividad más intensivas en trabajo -las agrupadas en otras industrias manufactureras- las que invierten en capital humano, en términos absolutos y relativos; mientras que las más capitalizadas -las del sector energético- invierten entre tres y seis veces más que aquéllas, según se tome de referencia la proporción del coste laboral o las pesetas gastadas por trabajador.

Pequeñas y grandes empresas

En cuanto a la segunda característica destacable que recoge el estudio, se observa la estrecha relación entre gasto en formación y nivel de capitalización del sector. Así, la sensibilidad de las empresas hacia la inversión en capital humano es proporcional al nivel de capitalización de las mismas.

Por tanto, la formación profesional se realiza en las empresas de tamaño, y conforme va aumentando la plantilla, van aumentando los recursos dedicados a la formación. La progresión de las cifras de coste, que transcurre paralela al tamaño de las plantillas de las empresas, permite sospechar que las grandes cifras de formación sólo se dan en las empresas muy grandes que alcanzan o superan los 5.000 trabajadores.

Así, según la Encuesta sobre la Negociación Colectiva en las Grandes Empresas, la cifra media por trabajador de las empresas con 5.000 ó más trabajadores en plantilla supera en más de cuatro veces a las que tienen entre 200 y 299. En proporción a la masa salarial bruta, dicha relación supera las tres veces y media. Los problemas más graves de formación continua, atendiendo a los indicadores de gasto, se concentran, pues, en las PYMES, sin que ello signifique calificar de positivo el panorama de las empresas de mayor tamaño.

Por Comunidades Autónomas, las que presentan inversiones por trabajador superiores a la media son Madrid y Cataluña, aunque las consideraciones por sectores introducen nuevos aspectos a tener en cuenta. La formación en la industria es mayor, en términos de pesetas por trabajador, en Madrid, Canarias, Castilla-Leó

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