Dignidad profesional

Hace ya años que se pasó de siglo y de milenio, lo que supuso una evolución positiva y una apuesta por el futuro. Algo que se ha podido escuchar de todos y cada uno de los estamentos sociales. Nadie se atreve a poner en duda que ese futuro y esa nueva sociedad se asientan en potenciar todo lo relacionado con la tecnología. Y cuando se habla de tecnología se hace referencia a aquello que supone no sólo una apuesta por la innovación sino a todas esas macroinfraestructuras que hacen posible que la sociedad funcione todos los días. Y gran parte de los que hacen posible que TODO funcione son los informáticos; lo digo porque hay mucha gente, sobre todo en el ámbito político, que parece desconocerlo. Viene esto a cuento del manifiesto “Por una informática digna” elaborado por el Consejo de Colegios de Ingenieros en Informática, en el que se apunta que, aunque parezca absurdo hoy, la Ingeniería Informática es la única cuyos estudios no estarán regulados. Es decir, para trabajar en una de las profesiones más críticas en cuanto a su impacto en la vida de todos no hace falta nada más que ser ingeniero –de lo que sea-, pero no ingeniero informático. Aplicando la lógica creo que la situación es no sólo absurda sino que contradice los programas del Gobierno, ya que en un país que está avanzando hacia una sociedad basada en la innovación, los profesionales que trabajen con tal fin deben ser conscientes de la responsabilidad que están asumiendo. Y hoy con la ley en la mano no se puede exigir responsabilidad profesional ya que no existe la regulación que permita esa exigencia.

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