La caída de los semiconductores emite un aviso a la economía mundial

De cero a cien y viceversa, en un abrir y cerrar de ojos. El ecosistema de los semiconductores, fiel a los propios ciclos de la macroeconomía, está sumiéndose poco a poco en un compás de espera. La desaceleración es evidente, no solo por la caída de la demanda global y el crecimiento prácticamente plano de los ingresos mundiales por semiconductores, sino por la coyuntura que rodea a las empresas dedicadas a este sector de la actividad. Este es, precisamente, el caso de Taiwan Semiconductor Manufacturing Company (conocida por sus siglas TSMC), el mayor ensamblador y fabricante de chips.

La compañía de origen taiwanés ha presentado los últimos resultados obtenidos evidenciando un cambio de tendencias en lo que veníamos observando hasta la fecha. Así, aunque el fabricante de microchips ha registrado un crecimiento del 3,6% de sus ingresos en el primer trimestre de 2023 superando los 15.300 millones de euros, cabe mencionar que estos se han desplomado en el mes de marzo. En concreto, ha reportado la multinacional, los ingresos durante el citado mes sumaron 145.408 millones de dólares taiwaneses (4.382 millones de euros), un 10,9% menos que en febrero y un 15,4% por debajo de la cifra apuntada en el mismo mes del ya caduco 2022.

Unos números no dejan de ser, en parte, producto de la debilidad en la demanda mundial de productos electrónicos. Esto evidencia que la demanda ha pivotado desde los productos a los servicios y que el consumo podría comenzar a verse afectado por la incipiente recesión, la inflación desatada y la irrefrenable subida de tipos. Una situación que terminaría por incidir negativamente en la economía a escala global. En este sentido, advierten los analistas, la caída en la industria de los chips aún no ha tocado fondo, ya que el aumento de los tipos de interés, el incremento de la inflación y la crisis bancaria continúan causando estragos en la confianza del consumidor.